Mi primera fiesta en la playa, mi primera fiesta en la vida. En realidad, conocía mucha gente, pero jamás había ido a una fiesta.
Por alguna extraña razón, detestaba todo lo que era socializar. Pero debía hacerlo para conseguir cosas y para vivir, básicamente.
El ser humano fue hecho para eso, para socializar. Ya que, de estar completamente solo, podría enloquecer y morir. Soy super optimista, lo sé.
A lo lejos, pude sentir una mirada sobre mi, así que la busque, busque hasta encontrar algunos ojos fijos en mi. Pero no encontré nada, quizá por el tumulto de gente.
Seguí bailando y conversando con unas chicas que recién conocía, pero ya me caían bastante bien.
Me aleje un momento de la pista improvisada, para buscar algo de beber. Pero una mano me detuvo.
—Oye linda, no te había visto por estos lados. No eres de aquí ¿O si? — preguntó un chico bastante más alto que yo.
Me zafé de su agarre y le dedique una mirada gélida.
—Eso no es de tu incumbencia. —me di media vuelta para irme, cuando volvió a hablar.
—Lo es si quiero acostarme contigo.
Lo mire por sobre el hombro antes de soltar con una mueca de asco:
—Ya quisieras que alguien como yo te de la posibilidad de ser uno más en la lista.
Con la cabeza en alto me aleje de él, para buscar otra gaseosa.
Alguien tomo mi cintura, repentinamente, para girarme y dejarme ver al chico de antes.
—Óyeme bien, presiosa. Tú tendrás el beneficio de pasar una noche entre mis sábanas y luego marcharte con el corazón roto, como todas las demás.
—Eso no es un beneficio para mí, lo sería para ti. Pero jamás lo sabrás por ser tan imbécil. —intenté soltarme pero me apretaba cada vez más.
—O creeme, si no lo sé por las buenas, lo sabré por las malas.
—A las malas te romperé la cara, idiota. —le escupí.
—Si así lo quieres. —entonces me cargó sobre su hombro y, con su mano en mi culo, comenzó a alejarse de ahí.
No encontré escapatoria, hasta que lo ví.
No quería recurrir a él, pero no me quedaba de otra, ya que mis golpes al idiota que me estaba, prácticamente, secuestrando, no le causaban nada.
—¡JACK! —grite. —¡JACKSON!
Jack, entre toda la gente, intento encontrarme hasta que me vio y, junto a dos chicos que no conocía, corrió hacia mi.
—Suéltala, Matthew. — el idiota, que ahora sabía se llamaba Matthew, se dió media vuelta.
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Noches De Verano
Roman pour AdolescentsVacaciones, el momento ideal para organizar un viaje con amigos, escapar a fiestas cada noche, pasar días enteros en una playa paradisíaca... Pero no, eso no fue lo que ocurrió. A Olivia le arruinaron el viaje de sus sueños, un viaje que ya había pa...