CAPÍTULO 9 - [PARTE 2]

9 0 0
                                    

CAPÍTULO 9 - EL PRINCIPIO DE ALGO.

Día 2.

El teléfono suena. Llego, agitada, al último segundo de melodía. Me sorprendo al ver el nombre de Elián.

–¿Hola?

–¿Por qué tardaste tanto en atender?

–¿Perdón? –Miro el teléfono para saber si efectivamente estoy hablando con Elián o con una parodia de Hunter. –Me estaba cambiando y dejé el celular lejos.

–¿Te sientes bien?

–Sí. –Miro extrañada la pantalla del celular, asegurándome nuevamente si es Elián con quien estoy hablando.

–¿Qué hiciste hoy?

¿Este chico es el mismo chico que no me dirigía la palabra salvo en contadas ocasiones?

–Ayer me quedé jugando un juego de mesa con Junior y Jesse hasta la madrugada así que me desperté hace un rato.

–¿Estás sola?

–Jesse tuvo que ir a hacer horas extras al taller igual que Junior. Así que quizá salga a andar en bicicleta un rato ahora. O al gimnasio, aún no sé.

¿Por qué estaba contándole a Elián lo que iba a hacer de mi vida?

–No lo hagas.

–¿Qué?

–No vayas a andar en bicicleta sola, podrías caerte y lastimarte. Mucho menos al gimnasio.

Elián no se está preocupando por mí, más bien le preocupa que nada me pase estando... embarazada.

–Elián... ¿no te parece un poco exagerado?

–No. Espera a que Jesse vuelva o sal a caminar. No hagas esfuerzos.

Ruedo los ojos.

–Elián...

–Elián, ¡la charla será en dos minutos, deja el jodido teléfono ahora mismo!

Supongo que es el entrenador.

–Debo irme, hoy tengo partido. ¿Por qué no vienes? Si estás aquí se que no estarás haciendo nada que te pueda hacer mal y yo puedo concentrarme en el jodido partido. Ven para acá.

–Elián no...

Y corta. Y yo me río por lo absurdo que es todo. Dejo el celular en la mesita de luz y tomo cualquier libro de la biblioteca para irme a leer al cuarto de Alex. Miro la hora en el reloj de pared: las dos y veinte. Debería comer, debería limpiar, debería estudiar, debería, sobre todo, pensar. Pensar qué hacer, pensar que no hacer, pensar en Hunter...

Y todo, se derrumba. Porque pensar en Hunter significaba pensar en todo lo que está mal en mi vida. Pensar en el test positivo que descansa en el cajón de mi mesa de luz, pensar en mi vientre que aún no está abultado que es hogar de... un bebé. Un bebé con forma apenas de pasa de uva. ¿Un mes? ¿Menos? ¿Más?

Me acuesto en la cama de Alex y me imagino que él está acá conmigo. Pienso que todo sería más fácil con él acá. Me sentiría más cuidada, más protegida y no tan... perdida. Esa es la palabra. Sin Alex, me sentía perdida.

Entierro mi cara en la almohada y me convenzo a mí misma que el olor es el de él. Un poco dulce pero no invasivo. Un olor de héroe. Y recuerdo su risa, contagiosa y espontánea, su sonrisa de siempre, sus abrazos interminables. Pienso en él siendo feliz, haciendo lo que él quiere, y la angustia me da tregua. Y todo duele menos.

Una constelación llamada Jarah [+18] LIBRO #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora