CAPÍTULO 2 - [MARTES]

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CAPÍTULO 2 - UNA SEMANA CAÓTICA. 

Martes.

Hunter está esperándome mientras toma su segundo café. No sabía si era posible, pero lucía más atractivo que el día anterior. Miraba el celular mientras reía a la pantalla. Tenía una camisa arremangada hasta los codos y un jean que no se veía pero que me conocía de memoria. Como si lo hubiese llamado, alza la vista para sonreírme. Así, de medio lado, sin mostrar del todo los dientes. Él logra verme a mí y a través de mí.

-¿Cómo logras seguir con la misma cara de enamorada de hace años? Sólo cuando te miro puedo volver a creer en el amor, bambina.

Yo río, volviendo a la realidad y enfocándome en el cierre de la caja de mi turno. Piero se posiciona a mi lado,

-¿Cómo están las cosas con Catriel?

Revolea los ojos. –Van, van, van y nunca vienen. Por ahora así: en tablas.

Cuando chequeo por última vez los números y confirmo que todo da a la perfección, me saco el delantal y lo doblo.

-Eres un rompecorazones. Deja de coquetear con cada masculino que venga a la cafetería. O si lo haces –le doy un beso en la mejilla, despidiéndome de él –que sea cuando no esté Catriel en el mismo metro cuadrado.

-¿Qué ser del mal inventó la monogamia? ¿Eh? –Pregunta en un tono exagerado. –Tengo demasiado amor para dar.

Agarro mi cartera y cruzo la barra.

-Piero, cuando llegue la persona adecuada, dejarás de odiar a ese ser del mal que inventó la monogamia.

-¿No habrá otro Hunter por ahí disponible?

-Soy único e irrepetible, Piero. El mercado colapsaría con otro igual a mí. –Hunter aparece a mi lado, abrazándome por la cintura. -¿Me prestas a mi chica?

Piero se apoya sobre la mesada de madera de la barra y observa a Hunter con una mirada sugerente. –Y dime, guapo, -le hace una seña con su dedo, invitándolo a acercarse -¿estás seguro que no te gustan los chicos?

Hunter se encima sobre la barra, con la sonrisa intacta, hasta quedar a un palmo de distancia de Piero, y habla bajo, casi en un susurro, como si le estuviese contando el secreto mejor guardado de la historia.

-Si conocieses a mi chica desnuda, créeme, a ti tampoco te gustarían los hombres.

Y yo, que parezco flotar en un mar de vergüenza y enamoramiento, me veo arrastrada por Hunter hasta la puerta de la cafetería.

-¿Qué fue eso? –Digo apenas logro recomponer mi respiración y mis latidos.

-¿Qué cosa? –Pregunta, despreocupado, mientras busca las llaves del auto en alguno de sus bolsillos.

Me tapo la cara con las manos, la siento acalorada y chispeante. Cuando vuelvo a verlo, estaba mirándome, enternecido. –Adoro cuando te sonrojas.

Me agarra la mano y tironea hasta acercarme a él por completo, sin que haya apenas un centímetro de distancia. Entre risas y sonrisas me besa con lentitud. Y... ¿cómo se respira? ¿En qué estaba pensando? ¿Había un mundo además de Hunter y yo?

Si hay algo que me gusta de él es cómo me besa. Lento, pausado, como si tuviese todo el tiempo del mundo. Como si el mundo, el que ya desconocía su existencia, se frenase para ver el show. Mi cuerpo se amolda a la perfección al suyo, como si hubiesen sido una partícula única y se haya fragmentado y luego vuelto a unir con el paso del tiempo. Hunter, el chico de las mil y una sonrisas, el chico de los abrazos interminables, el de los piropos que siempre me levantan el ánimo.

-¿Vamos? –Susurra contra mis labios.

-Vamos.

La sonrisa eterna, la mía. 

Una constelación llamada Jarah [+18] LIBRO #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora