01| The Rest

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Habían pasado años, diría exactamente cuántos pero las matemáticas jamás fueron lo mio. Probablemente daría el número equivocado y recibiría quejas de mis cultos oyentes, corrigiendo más y menos de lo que yo estimé. Pero habían pasado años.

Con el tiempo el cielo había dejado de llorar, Arthur había curado sus culpas y gran parte del pueblo había superado los terribles hechos de aquella noche. El único firme en el recuerdo era el mar, el Mar Rojo no había perdido su color de sangre, y se quedaba allí para recordarle a todos que no estaban limpios, nadie lo estaba. EL Otro Lado permanecía sellado para la mayoría, cuentan que el Mar Rojo protegía las fronteras y dejaba pasar a quien le daba la gana. Nadie podía controlar al mar, por lo que a Arthur le era difícil controlar el contrabando de aquellos que habían decidido exiliarse. Ni de un lado ni del otro, había quienes decidieron ser hijos del mar. Los piratas complicaban la circulación de barcos reales o de prisioneros, ya que nadie conocía las aguas como ellos, además de que el mar protegía a sus hijos. ¡Y quienes eran ellos para contradecir al mar!

El Resto permanecía ahí, y ya no eran solo los rebeldes quienes estaban atrapados, había hijos allí, niños que no tenían la culpa y para controlarlos Snape decidió educarlos para ser como los necesitaban. La mayoría de los que habían estado presentes en la masacre ya habían perdido la convicción. Pero Severus se mantuvo firme, creyendo que si lograba hacer un ejército bien entrenado a su favor, algún día terminaría lo que empezaron. Y aunque ya había perdido la mayoría de sus seguidores, ponía todo el empeño en los niños.

Habían querido ocupar el castillo para su pequeño gran proyecto, pero cuando envió personas a ver, se encontró de vuelta con cenizas. Dicen que el cielo había protegido el castillo para su heredero, así que Snape no tuvo más remedio que mantenerlo vivo, lo necesitaba de su lado. La Catedral se había convertido en La Academia, que era obligatoria para todos los niños con o sin familia. Los lujos y riquezas que aquel lugar aún conservaba hacía contraste con el hambre la pobreza y el desorden que abarcaba todo El Resto. 

Las campanas de la catedral tocaron estruendosamente, indicando un nuevo día de estudio. Muchos se comenzaron a despertar para cambiarse, pero Harry Potter ya estaba despierto, cambiado y a simple vista estresado.

—¿Sabes que hay inspección a las ocho verdad? —dijo un pálido rubio entrando en la habitación secándose el cabello con la toalla, ya vestido —¿Perdiste algo, o solo te levantaste con muchas ganas de morir y llevarme contigo?

El azabache bufó visiblemente molesto mientras continuaba con su arduo trabajo de sacar todo de su baúl, cuando al parecer no encontró lo que buscaba comenzó sacar las amplias y elegantes colchas que adornaban el colchón de dos plazas. 

—Perdí un informe sobre exorcismos.

Draco jadeó, y se acercó para buscar también entre los escritorios de la otra esquina de la enorme habitación.

—¿El que hay que entregar hoy? ¡¿A Snape?! —Harry asintió suspirando temblorosamente —¿Cómo era?

—Um... Estaba escrito en tinta verde y... En latín... creo.

El rubio asintió y continuó abriendo los cajones. Las altísimas puertas del dormitorio se abrieron, parecía que la persona las había golpeado fuertemente como para que se abrieran de par en par, pero eran tan pesadas que solo logró una rendija lo suficientemente ancha para  que pasen dos personas. 

—¿Siguen aquí? —preguntó la muchacha que acababa de irrumpir en la habitación —no me estaban esperando en la puerta del comedor, estamos yendo tarde, pensé que quizás... ¿Que hacen? Saben que hay inspección ¿verdad?

Heartless (hinny)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora