02| Daughter of the Sun

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Ginny Weasley tomaba un té.

Se preguntarán cómo sé con exactitud que Ginevra Weasley, en ese momento y en ese lugar, realizaba una acción tan especifica como llevarse a los labios cada cierto tiempo, una taza de contenido humeante y verdoso, de hirvientes aguas remojadas en hojas del té.

Mis historias no carecen de informantes, cuando sembré en mi mente la idea recopilar hechos y conversaciones para recrear la verdad de los eventos transcurridos hace tantos años ya que me trajeron hoy aquí, no dudé en recurrir a todo aquello que había presenciado los hechos al otro lado del Mar Rojo. Y aquí, con un mar de distancia, la pelirroja creía estar sola, pero la polilla posada en una de las impresionantes arañas de techo del comedor, en busca de la iluminación mágica, accedió bondadosamente a dar su testimonio para que apartemos de nuestras cabeza toda clase de dudas. Esta conversación pasó, pongo las manos en el fuego por ello.

—¿Leche, querida? —su madre preguntó inclinándose sobre ella con una pequeña jarra de porcelana. Ella levantó los ojos de su regazo para negar con la cabeza y luego volvió su vista hacia abajo nuevamente —¿No estás emocionada por tu última semana de Hogwarts? —preguntó nuevamente con una sonrisa tan amplia que la pelirroja no pudo evitar devolver, a pesar de haber rodado los ojos.

—Volveré el año siguiente mamá. ¡Y el siguiente! Además, se ha vuelto un infierno desde que Hermione espera los resultados de mis TIMOs. ¡Parecería que fuera a matarme si no obtengo los mismos que ella! Cómo si eso fuera posible. 

Molly sonrió. El comedor parecía demasiado grande para ellas dos solas. Estaba lleno de antorchas pero no llegaba a iluminarse por completo, las tenues luces le daban al lugar un ambiente hogareño que no tenía durante el resto del día. La mesa que podía ocupar doscientas personas cómodamente estaba ocupada sólo por ellas, en una punta, y sus tazas de té. 

Molly Weasley, La Reina, La esposa del rey. Pero ella no era más que una madre, siempre con los ojos dulces. Sólo madre. Y si había algo de lo que estaba orgullosa era de haber criado a sus hombrecitos como sólo hijos, no príncipes. No iba a preguntarse si había fallado con su única hija, las palabras jamás podrían salir de su boca. Su hija no era uno de sus muchachos, y a Molly le costaba procesar que el comportamiento que mostraba al mundo no era el mismo que mostraba en casa, pero así era. Ella no era una hija en público y eso a Molly le dolía. Aún así, estaba completamente orgullosa de que ella fuera una hija en casa.

—¿Has visto a Astoria últimamente? —Ginny preguntó para sacar conversación —La última vez que me encontré con ella se veía algo...

—Triste... —dijo Molly asintiendo mientras hacía un puchero —la vi ayer en el pueblo, creo que volvió a pelear con sus padres —suspiró pesadamente y negó con la cabeza —ellos solo quieren lo mejor para ella. Quizá exagera.

—No lo sé, ellos son muy... —Ginny sacudió la idea de su cabeza, no queriendo iniciar una discusión con su madre —sí, quizá exagera.

Ginevra Weasley, la princesa, la hija del rey. La Heredera...

Ginny odiaba sentirse confundida. Ella no lo razonaba lo suficiente, pero aquí entre nos, creo que su cabeza luchaba constantemente entre los pensamientos infundidos en su mente desde la infancia, y los pensamientos propios que luchaban por formarse, gritando por tratar de advertirla entre el bien y el mal. Podría tratarse de un ángel y un demonio en sus hombros, excepto que no sabía cual era el ángel y cual el demonio, no sabía quien decía lo correcto y quién mentía.

Ira, podía manejarla. Tristeza, no la sentía desde hacía mucho ya. Confusión, eso la volvía loca. Por eso tomó un camino al azar y se obligó a no cuestionarse. Su amiga por muy amiga que fuera estaba actuando mal. Su comportamiento no era digno de su estatus y sus padres solo estaban tratando de abrirle los ojos. Ella era demasiado soñadora para su propio bien, todos aquellos cuentos que Hermione le recomendaba de buena gana le estaban afectando el cerebro. Porque no podía enojarse con sus padres al asignarle un esposo. ¿Y qué si no le habían preguntado? Ella misma tenía la mano comprometida con un príncipe de las islas vecinas, al que no había visto en persona, su padre había firmado un contrato ya, para cuando cumpliera su mayoría de edad.

Heartless (hinny)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora