03| Daughter of the Moon

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Una estrella me contó una vez que todas las noches Hermione Granger rezaba a la luna. Pero las estrellas siempre fueron unas charlatanas, así que la veracidad del asunto queda inconclusa hasta nuevo aviso. Lo que sí tengo claro es que Hermione se levantaba todos los días con una sonrisa. Su casa en el pueblo no era grande pero sí hermosa. Ella se encargaba de mantener el jardín resplandeciente de flores, las abejas se paseaban por allí como si se tratara de su hogar, las mariposas también se habían instalado, el sol parecía alumbrar por sobre la lluvia solo para ella.

Esa mañana las aves cantaron dulcemente en su ventana y Hermione sonrió antes de abrir los ojos. Luego se levantó como si hubiese estado despierta hace horas y se cambió con un vestido lila viejo. Caminó descalza hasta la cocina y se colocó el delantal blanco por encima.

—Buenos días —dijo cantarinamente mientras besaba a su padre en la mejilla. Éste rió y siguió con lo que estaba trabajando.

—Buenos días —saludó de regreso con la vista en la mesa de trabajo —¿Lista para la última semana de Hogwarts?

Hermione sonrió con mayor amplitud.

—McGonagall me dijo que quería hablar conmigo sobre uno de mis últimos ensayos sobre idiomas. Creo que podría haberle gustado, mencionó algo sobre la buena redacción —su emoción la hacía saltar en el lugar, y Hugo soltó una risa —creo que podría obtener su recomendación para una beca en la Escuela Euro-Glifo de Idiomas Extraordinarios. Yo solo... —su sonrisa se volvió algo insegura — espero ser lo suficientemente buena para entrar...

Pero su padre la cortó con el ceño fruncido.

—Hija... Mi querida hija, no vuelvas a decir algo así — Hugo rodeó la mesa que los separaba y la tomó por los hombros —Eres lo suficientemente buena ¿Has oído? Eres más que buena. Con beca o sin beca, ya has logrado tanto que me faltará vida para terminar de sentirme orgulloso. 

Hermione sonrió y rodeó a su padre en un abrazo apretado. Hugo le devolvió el apretón y luego se alejó para buscar algo en uno de sus estantes de trabajo.

—Antes de que me olvide —dijo entregándole una caja —diseñé estos especiales para ti. Para que uses esta última semana en Hogwarts.

—Oh, papá no tenías que... —la voz de Hermione cayó cuando vio el contenido. Su padre diseñaba hermosos zapatos, siempre lo había hecho, no por nada Ginny decidía pedirle específicamente a él cuando necesitaba o quería un par nuevo. Hermione estaba acostumbrada a los altos tacos, aguja o plataforma. Aquellos eran lilas y combinaban con el vestido que llevaba puesto, todo el talón y el taco estaban adornados con pequeños prismas y formas retorcidas brillantes en violeta. No creía haber visto unos iguales.

—Oh wow —exhaló sin aliento —son... gracias...

Hugo volvió a reír ante la expresión anonadada de su hija, pero la castaña no se dio cuenta, sólo contorneó el taco con la yema de su dedo y suspiró.

—Son hermosos, papá, enserio... —el sonido de un carruaje entrando por la ventana pareció sacarla de su ensimismamiento y sacudió la cabeza —Oh, lo siento. Debo irme.

Se puso los zapatos a trompicones mientras se quitaba el delantal y se peinaba lo mejor que podía con la mano.

—Ginny y yo quedamos en el pueblo, y quería pasar por la biblioteca antes... Gracias, enserio, gracias... —besó a su padre en la mejilla y desapareció por la puerta.

—Niñas... —dijo Hugo al aire. 

En ese momento la puerta volvió a abrirse, pero solo el brazo de Hermione entró, tanteó la mesa que se hallaba junto al umbral hasta que dio con su libro, lo tomó rápidamente y la mano desapareció con la puerta cerrándose nuevamente. Hugo volvió a reír.

Heartless (hinny)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora