𝗘𝗻𝘁𝗿𝗲 𝗻𝗼𝘀𝗼𝘁𝗿𝗼𝘀 𝗱𝗼𝘀 : ʟɪᴛɪᴀɢᴏ

✞︎ 𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖀𝖓𝖔 ✞︎

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El ser humano siempre ha sentido que existen seres que van más allá de su propia imaginación.

De que hay criaturas que de alguna u otra manera influyen sobre sus propias vidas, guiandolos por caminos que pueden tomarse como buenos o malos.

Y que al final del día los van a terminar llevando a un fin sin destinos sumamente inesperados, que los harán vivir día a día una nueva experiencia.

Y vaya que sus pensamientos ante la existencia de los ángeles y los demonios, comúnmente conocidos por los mortales, no estaban para nada equivocados. Porque estos seres velaban para que los seres humanos hicieran el bien o se dejarán llevar por las tentaciones carnales y terrenales que existían, las cuales podían guiarlos hasta la perdición eterna.

Los ángeles eran seres divinos, dotados de una hermosa belleza y una gran bondad en sus corazones, que les permitía ayudar a quien más lo necesitaba. Siendo poseedores de unas grandes y magníficas alas blancas, las cuáles se podrían asemejar al color de la lana o el de las nubes, vistiendo siempre con largas ropas blancas que les llegaban hasta la planta de sus pies, teniendo su morada en lo que era conocido como el paraíso.

Mientras que los demonios, son seres que solo fueron creados para causar dolor, muerte, destrucción y que no tenían nada de bondad dentro de ellos, siendo llenos de odio hacia los humanos. Para hacerlos sufrir de las peores maneras posibles, no conociendo el significado de las palabras bondad, compasión y amor.

Los demonios al igual que los ángeles tenían unas increíbles alas, pero las de ellos eran de color negro, como un pedazo de carbón, eran atractivos físicamente hablando, pero su interior estaba completamente podrido. Cómo si fueran un hermoso y engañoso fruto desde afuera, pero al dar la primera mordida se era capaz de descubrir que tenían un interior tan espantoso, que era incomible, y que de alguna u otra manera, ya le había causado un cierto daño a quien se había atrevido a dar aquella mordida.

Al igual que Adán y Eva en el paraíso del Edén, al haber sido engañados por aquella maliciosa serpiente que les hizo comer del fruto prohibido por el mismo Dios. Acción que terminó por condenarlos al exilio eterno de aquel maravilloso lugar, en el cual pudieron haber pasado el resto de sus días en paz.

Acción que desde entonces desencadenó en la creación de seres que pudieran llevar por el buen o mal camino a los humanos, quienes iban hacer los únicos responsables de las consecuencias que tenían sus actos sobre ellos mismos. Aunque eso también desató que aquellos maravillosos y poderosos seres no fueran capaces de convivir en paz, por su naturaleza tan diferente y que estaban hechos para odiarse los unos a los otros por siempre.

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- Mauro, por favor. - un castaño le pedía a un peliblanco, el cual volaba muy cerca de los límites del paraíso, siendo este último dominado por una enorme curiosidad por saber lo que había más allá de lo que conocía. - Te puede pasar algo si seguís ahí, así que regresa para acá de inmediato. - ordena, pero el contrario solo lo ignora.

- Va, no seas tan cagón Thomas y mejor acércate que la vista es más que increíble. - Monzón argumenta, mirando más que fascinado todo lo que había en la tierra. - ¿Cuándo crees que podamos ir allá? - consulta.

- Antes que nada, me di un poco tu lenguaje, que esa no es la manera más correcta para expresarte de los demás. - el castaño se queja de inmediato. - Y vamos a ir cuando él decida que estamos completamente listos, para cuando nuestro momento de ayudar a los humanos llegué y que así no se pierdan por los senderos de la perdición eterna. - dice con rapidez, queriendo atraer al contrario hacia él, pero tenía demasiado miedo de que algo le pasara y lo arroja hacia la tierra o peor aún al infierno. - Mauro, posta cuando te digo que algo malo te puede pasar si sigues volando cerca de los límites del paraíso. - le ruega, estando a nada de llamar a un superior que retará a Monzón.