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Sentirse utilizado, maltratado y humillado, era todo lo que Mauro había experimentado en carne propia en tan poco tiempo, y era tanto el dolor que sentía, que empezaba a olvidar su propio nombre y de dónde venía...
Y si alguna vez fue feliz y estuvo lleno de amor y alegría, no como ahora que todo su mundo había terminado por oscurecerse, dejando atrás una vida llena de satisfacción y de demasiadas ganas por tratar de ayudar a los demás por medio de sus buenas acciones.
Pero ahora todo eso quedó en el maldito olvido, y a Monzón le dolía demasiado, ya que nunca se imaginó que un ángel que serviría para proteger a los humanos del mal, podría terminar en las lamentables condiciones en las que él se encontraba ahora mismo, y todo por desobedecer las normas y reglas de su hogar.
Cruzar más allá de los límites del cielo estaba prohibido por algo.
Cruzar y tratar de ir más allá de los límites del cielo estaba prohibido por algo.
Cruzar y tratar de ir más allá de los límites del cielo estaba prohibido por algo.
Y él había desobedecido eso, y ahora tenía que afrontar las consecuencias de sus pelotudos actos sin "aparente" sentido alguno.
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— Mauro. — una voz lejana llamó al ojiverde, quien permanecía en una enorme oscuridad como para poder darse cuenta de lo que ocurría a su alrededor. — Mauro. — llaman a Monzón nuevamente, quien hace todo lo posible como para volver en sí y tratar de averiguar quién pronunciaba su nombre con tanta insistencia.
— ¿Th-homas? — Monzón murmura desconcertado, extendido sobre la cama de Spallatti, completamente desnudo y con algunas gotas de sangre a su alrededor, siendo únicamente cubierto por sus alas. — ¿Th-homas? — dice nuevamente el nombre de su amigo, con las esperanzas de que todo esto fuera una horrible pesadilla.
— ¿Quién mierda es Thomas. — Tiago pregunta de inmediato, pareciendo estar demasiado celoso con que su ángel llamará de una manera tan desesperada a alguien más que no era él.
— Th-homas, Th-homas, Th-homas. — solloza, creyendo con que pronunciar de manera insistente el nombre de su amigo, este vendría a llevárselo de nuevo a casa, a pesar de no saber si sería bienvenido en su hogar.
— ¡Cállate! — Pacheco exclama iracundo, haciendo que el contrario solo se encoja en su lugar mientras suelta un par de sollozos lastimeros. — Pero qué estresante que sos. — se queja, acercándose al peliblanco, quien hace todo lo posible para no gritar de dolor y miedo al mismo tiempo. — Al parecer Matías jugó mucho con vos. — comenta "divertido", algo que solo le causa repulsión al ángel. — Aunque espero que no te hayas acostumbrado a sus manos, porque vos seguís siendo mio, y quiero que gimas mi nombre por la eternidad. — indica, tomando al otro entre sus brazos, dándose cuenta de que se encontraba totalmente desnudo, algo que lo hace sonreír con cierta malicia. — En tu estado actual me dan demasiadas ganas de tomarte ahora mismo, pero no deseo que mueras tan pronto. — confiesa observando con detalle el cuerpo del contrario. — Así que vámonos de aquí, para que puedas recuperarte un poco más. — anuncia, para después chasquear sus dedos y desaparecer de los aposentos de Matías, para reaparecer en los suyos, en los cuales se iba a encargar de curar a su lindo y bonito angelito de juguete.
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𝗘𝗻𝘁𝗿𝗲 𝗻𝗼𝘀𝗼𝘁𝗿𝗼𝘀 𝗱𝗼𝘀 : ʟɪᴛɪᴀɢᴏ
Fanfic𝖬𝖺𝗎𝗋𝗈 𝗒 𝖳𝗂𝖺𝗀𝗈 𝗏𝗂𝗏𝖾𝗇 𝖾𝗇 𝗎𝗍𝗈𝗉𝗂𝖺𝗌 𝗌𝗎𝗆𝖺𝗆𝖾𝗇𝗍𝖾 𝖽𝗂𝖿𝖾𝗋𝖾𝗇𝗍𝖾𝗌, 𝗎𝗇𝗈 𝖽𝖾 𝖾𝗅𝗅𝗈𝗌 𝗏𝗂𝗏𝖾 𝖾𝗇 𝖾𝗅 𝗋𝖾𝗂𝗇𝗈 𝖽𝖾 𝗅𝗈𝗌 𝖺𝗇𝗀𝖾𝗅𝖾𝗌, 𝗊𝗎𝖾 𝖾𝗌 𝗆𝖺𝗒𝗈𝗋𝗆𝖾𝗇𝗍𝖾 𝖼𝗈𝗇𝗈𝖼𝗂𝖽𝗈 𝖼𝗈𝗆𝗈 𝖾𝗅 𝖼𝗂𝖾�...