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Salía de su departamento, sabía que estaba mal, pero quería una explicación, no, eso era mentira y lo sabía, sólo quería observarlo, eso era deprimente, fue así como empezó todo, mirarlo con adoración como cuando ni siquiera se conocían, había logrado averiguar donde parecía entrenar, un gimnasio cuya entrada era en extremo lujosa ¿Cuándo las cosas cambiaron de esa forma?

Usaba ropa negra e intentaba pasar desapercibido, se quedó esperando por una hora cuando lo vio entrar, su corazón latía de una forma que no entendía, usaba un lindo top negro combinado a sus lindos pantalones deportivos, lucía tan pequeño y tenía una sonrisa confiada, lo había extrañado tanto, su cuerpo siempre tan bien cuidado, sintió algo removerse al ver a un sujeto mucho más grande entrar detrás suyo, su primera impresión fueron las de un cuchillo clavarse en su pecho, pero cuando pudo observar mejor no lo podía creer, era Jongho, bastante fornido, con un semblante serio que parecía intimidar a todos los que pasaban su vista por ahí, no, de esa forma nadie se debía acercar a Wooyoung.

Se sentó en una de las máquinas observando detenidamente todo lo que pasaba, cuando de repente vio a Wooyoung colocarse esos guantes, no, jamás pensó en verlo así, unos minutos después practicaba con aquel saco, dos golpes limpios y precisos caían sobre este, el entrenador que tenía se veía muy satisfecho, Jongho a un costado estaba ocupado en una de las máquinas ejercitándose con una cantidad grande de peso, se cruzó de brazos.

Miles de cosas pasaban por su cabeza, moría por acercarse, moría por intentar recuperar algo de todo su pasado, pero mientras más lo veía también se daba cuenta de que Wooyoung debía ser feliz, ¿Qué podría ganar apareciendo?

Cosas tan dolorosas le pasaban por la cabeza, que le dijera que ya tenía a alguien, que no quisiera verlo, que le gritara por buscarlo, se llenaba de más y más pensamientos, suspiró.

¿Por qué se aferraba? Quizás era por lo que escuchó del celular, llegó a verlo, era el mismo, si de verdad dijo que significaba mucho para él debía quedar alguna esperanza, quería preguntarle tantas cosas, ¿Cómo llegó allí? Quería decirle lo orgulloso que estaba de él, que quería poder estar a su lado.

Suspiró y se apoyó en el respaldo de la máquina, sus ojos se humedecían, lo mejor sería simplemente irse, se paró para poder dirigirse a la salida, miró una última vez ese bonito rostro.

Este saltaba emocionado, sus sonrisa iluminaba todo el lugar, como siempre lo hizo, los recuerdos dolían, aquella noche en esa fiesta donde le contó como se sentía, esa persona que le resultaba encantadora, que siempre se esforzaba por todo, que siempre parecía querer complacerlo, y así era, Wooyoung siempre parecía hacer las cosas por hacerlo feliz, pero ahora lo miraba, libre, así lucía, parecía no llevar ninguna carga.

Sus cabellos húmedos caían por su rostro y no por ello bajaba la intensidad de sus patadas.

Salió del lugar, no tenía sentido seguir ahí, no iba a observarlo como lo hizo alguna vez, no ganaba nada haciéndolo.

Se fue con dirección a su departamento, miraba su celular, recordó las veces que lo llamó, la cantidad de mensajes que le envío, cada uno más desesperado que el anterior, tras semanas sin recibir respuesta pensó que realmente este debía haber cambiado de número, negó con la cabeza, Wooyoung debía tener su propia vida, una muy acomodada y diferente.

"Dijiste que querías viajar conmigo, que me amabas Wooyoung, no me dejes, te amo"

Era el último mensaje que recibió de él, esas palabras, ¿Qué le pasaba? ¿Por qué justo ahora decidía recordar aquello? Soltó una risa suave.

  - Debe entender señor Jung que las cosas no son fáciles, no todo se puede manejar de esa forma, su reputación es...

  - Me importa una mierda mi reputación - soltó con irritación - me gusta que hablen de mi - dijo ahora con una sonrisa - parecen tan pendientes, es como tener admiradores.

Mi chico - Sanwoo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora