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Cuando la aguja se hundió en su piel Kirk grito.

El hombre que le sostenía por la espalda se puso tenso y lo apretó aún más fuerte en su forcejeo, el líquido corrosivo recorrió sus venas como acido, quemando y destruyendo sus tejidos, dejando un dolor indescriptible a su paso. Cuando el dolor fue menguando se dio cuenta que estaba sobre una plancha metálica que empezó a congelar su cuerpo húmedo de miedo y dolor. Unas presencias oscuras se acercaron a él y empezó a luchar con sus pocas fuerzas, podía escuchar gritos y sollozos a lo lejos siendo amortiguados por las chirriantes puertas metálicas que se abrían y cerraban.

No podía dormir y no quería hacerlo.

Sentía que si se hundía en la oscuridad no volvería a despertar, y lucho con todas sus fuerzas, porque sabía que no podía morir en manos de un loco y que solo él podía proteger a los más pequeños.

Cuando se dio cuenta era sostenido de nuevo, no podía enfocar la vista y los mareos lo abrumaron, sintió los golpes amortiguados de golpes en la mejillas que poco hicieron para despertarlo.

Trato de enfocar la vista con fuerza, quería encontrar una salida, quería seguir los sollozos y consolar a su portador.

Pero todo pensamiento lento y coherente desapareció cuando el hombre frente a el ordeno con voz distorsionada que lo sostuvieran más fuerte.

Grito.

-La única alternativa es empezar el tratamiento directamente en la medula ósea-

Entre la visión borrosa de lágrimas, vio el rostro de un hombre, el culpable de su suplicio y dolor, aquel que lo había cambiado.

Maldito Seamus Relish.

Kirk despertó con la espalda fría y llena de sudor. Eran pocas las veces que su mente traía a flote los recuerdos de Tarsus tan vívidamente. Se limpió la frente justo a tiempo antes de que sus hijos se arrastraran hasta él desde el otro lado de la cama con sus rostros preocupados, lo tomaron de las manos pero Kirk las rechazo suavemente, sus emociones estaban a flor de piel y sus hijos podían absorber esa parte mala de él y lo último que quería era que sus hijos se vieran afectados por sus dolorosos sentimientos.

-Estoy bien, fue solo una pesadilla- la mirada aguda de los menores no lo hizo retroceder-vuelvan a dormir-

Kirk se levantó y acomodo bajo las sabanas a los niños antes de ir al baño de la pequeña habitación de hotel y lavarse la cara con agua fría. Los recuerdos de su sueño eran nítidos a veces y vividos casi siempre. Eran cosas que quería olvidar.

Cuando volvió a la cama no pudo volver a dormir, así que busco en los objetos a su alrededor buscando una anomalía interesante para concentrase, la perilla de la puerta, el marco de las ventanas, los viejos tubos de drenaje y ventilación, incluso el suave rumor del cobre que corría por las venas de sus hijos lo arrullo.

El tiempo era esencial y debía encontrar una salida rápida.

Ahora estaban en ese pequeño hotel en medio de la nada, una parada programada en un lugar casi perdido sin comunicación actual o incluso internet, perdido en el mapa de un gran desierto. En pocos días llegarían a la casa de su madre, un lugar abandonado aparentemente, pero que Kirk había preparado hace un par de años por si llegaba a pasar algo así.

Después podrían dirigirse a otra ciudad donde podían cambiar sus identidades. Todo estaba planeado, pero Kirk sabía que no todo saldría de forma correcta por lo que se preparó para cualquier contrariedad que encontraran, manteniendo sus sentidos en alerta y sus habilidades funcionando, lo que hacía que se tensara a veces o que su mente se cansara tanto que volvían las pesadillas.

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