Dedicado a SoFeR_LoFiU
Le encantaban los días nublados y con lluvia, pero desde ese día no es lo mismo.
Corria lo más rápido que podía, su
respiración se le dificultaba pero la urgencia de estar junto a él hacía que no parara de correr.Su preocupación era mayor al escuchar los rayos que caían aproximando una fuerte tormenta, apresuró sus pasos y por fin llegó a su apartamento. Abrió la puerta de un tirón y sus ojos se pasearon por toda la sala, alertandose más al no encontrar al pequeño omega donde lo había dejado.
Subió las escaleras para llegar a la habitación donde se podía ver un gran desastre, una ventana rota, ropa por todo el piso, mantas e incluso un espejo roto. Sintiendo su preocupación aumentar entró al baño del cuarto donde encontró a un pequeño chico que temblaba como gelatina dentro de la bañera y se aferraba a una de sus camisetas. Se agachó y lo tomó de la cintura para levantarlo y sentarlo en su regazo mientras daba leves caricias detrás de sus orejas y en su espalda.
— Ya, ya pasó, tranquilo — repetía a medida que acunaba a su pareja entre sus brazos
Y ustedes se preguntaran ¿Por qué Samuel corría? Y ¿Porque Rubén estaba así? Verán, al ser Rubén un híbrido sus sentidos son mucho más agudos que los de cualquier omega, alfa o beta normal, Rub es muy especial.
Samuel estaba en el trabajo cuando vio como las nubes venían y el sol ya no iluminaba nada, ahí su mente hizo "click"
Rubén solía asustarse mucho con las tormentas pero afortunadamente si Samuel estaba ahí lograba tranquilizarse y pasaba de una noche horrible a una romántica velada viendo películas entre mimos y risas.
Pero ahora estaba lejos de casa y la tormenta acompañada de rayos y truenos se acercaba rápidamente así que comenzó a correr y correr sin detenerse. Y bueno, lo demás ya lo saben.
— ¿Estás bien ahora, bebé? — preguntó tomando entre sus manos la barbilla del menor
— Sí...el zumbido en mis oídos ya casi se va.
— ¿Quieres ir por pizza? — preguntó a lo que de inmediato Rubén se levantó de su regazo y se limpió los restos de lágrimas que quedaban en sus mejillas y asintió a lo que dijo Samuel.
Se abrigaron y salieron del departamento, todo iba relativamente bien hasta que, otro trueno más, Rubén volvió a sentir el zumbido en su oído y se empezó a desesperar cuando este no se iba, pronto un olor amargo comenzó a inundar toda la calle, llamando la atención de los demás alfas...
Recordemos que para este punto los omegas ya estaban empezando a desaparecer por lo que los alfas aprovecharía cualquier oportunidad de tener uno.
[...]
Y ahí se encontraba una vez más, corriendo de la mano de su chico, todo se había descontrolado. Al sentir su mano vacía volteó para atrás viendo como un alfa quería marcar a Rubén.
— ¡Dejalo bastardo! — gritó Samuel hecho una furia, golpeó al otro alfa y tomó a su omega en brazos para poder correr mejor.
Después de unos minutos llegaron al estacionamiento y ambos entraron al auto, apenas se acomodaron Samuel arrancó y salieron de la ciudad sin nada, tan solo con sus corazones en mano.
Llegaron a una casa de campo, alejada de la ciudad, el azabache implementó un sistema de seguridad 100% efectivo. Después de ese día Rubén ya no puso un pie en la ciudad. Solo el mayor iba a comprar cosas y etcétera.
Y lo más importante, eran felices.
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