rh. #6

293 45 7
                                    

El vacío inunda su corazón, su cuerpo tiembla y trata de correr a pesar de que no lleva ninguna prenda. El mismo infierno está en aquel par de ojos que lo miran mientras una sonrisa burlona aparece en su rostro.

RenJun está atado en una silla y frente a él está HaeChan sosteniendo un arma.

Dije que lo olvidaré, pero primero debemos acabar y darle punto final a este asunto. —

N-no lo hagas...— RenJun súplica con lágrimas en sus ojos, llora de impotencia porque no puede hacer nada.

YangYang también esta atado frente a él, parece dormir pero de un momento a otro abre los ojos lentamente.

¿Qué hago...aquí? — Es lo primero que dice, HaeChan ríe con burla y se da la vuelta para mirarlo.— Donghyuck...¡RenJun! ¡¿estás bien?! ¡¿él te hizo daño?

Mira RenJun, tu querido y amado Yangyang que hace unas horas soltó tu mano a pesar de tú confiaste en él. —

¡No es así! RenJun...él me dijo que estabas enfermo. — El tan nombrado sólo cierra los ojos y no dice nada.— Cree en mi Ren... Te juro por mi vida que jamás te hubiera dejado ir si no fuera por lo que me dijo este imbécil.

¡Silencio! Hiciste mal en tratar de robarme a mi bonito injun, lo sabías YangYang, que él tenía novio y te atreviste a mirarlo.—

Aunque acabes conmigo la verdad siempre estará presente Donghyuck, RenJun realmente no te ama y nunca te amará. Él sintió conmigo en segundos lo que contigo no siente desde que lo conocí. —

La risa de HaeChan inunda la habitación, pensaba acabar con eso rápido pero una idea cruzó por su mente.

RenJun abre los ojos cuando escucha un fuerte estruendo acompañado de un disparo.

HaeChan había descargado parte de su ira en aquella bala que ahora estaba en el interior de YangYang.

El joven chino hacia muecas de dolor y su cuerpo se debilitaba, la sangre corría y manchaba su ropa.

Eso no fue suficiente, HaeChan desató a RenJun y lo tiró al suelo, se colocó sobre él y comenzó a besarlo con desespero.

Los ojos cristalinos del mayor solo miraban a YangYang con pena y pidiendo ayuda, poco podía hacer este que agonizaba allí sentado.

YangYang cerró los ojos, prefería morir sin ver aquello, los minutos pasaban y mientras la vida lo abandonaba podía escuchar los quejidos de la persona que amaba, quejidos de dolor acompañados de gemidos y súplicas.

Cuando la vida del más joven se apagó, RenJun supo que ya no había más que hacer y se rindió.

Estaría eternamente al lado de HaeChan.

Nos vemos en el infierno. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora