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—Hola —Gwen responde a su celular después de que Peter y Althea hayan salido de las alcantarillas. Althea tiene ahora la capucha sobre la cabeza mientras habla por teléfono con Gwen, y mira a Peter, antes de ponerlo en el altavoz.
—¿Dónde estás? —le pregunta Althea.
—Peter, Althea, hola. Ya estoy en Oscorp —explica Gwen.
—Tienes que ir te de ahí ya, ¿sí? —afirma Althea.
—Estoy haciendo el antídoto —Gwen afirma.
—No, no, no —Althea susurra—. Connors va hacía allá. Va ahora mismo. Quiere el aparato de dispersión. Va a infectar a toda la ciudad.
—Faltan ocho minutos —Gwen afirma.
—¿Te quedarás ocho minutos después de lo que te ha dicho Althea? —le pregunta Peter con incredulidad—. Morirán personas. Vete de ahí, ahora.
—Es una orden, ¿oíste? —le dice Althea a su mejor amiga.
—Sí, evacuaré a todos —Gwen les dice— ¿Qué no nos ois...? —gritan los dos, antes de que la chica les cuelgue—. ¡Gwen! ¡Gwen! ¡Ay no! ¡Por tu madre! ¿Es en serio? —Althea maldice mientras se mete el teléfono en el bolsillo. Peter la mira, antes de rodearla con su brazo y salta a la parte trasera de un coche, antes de que empiecen a balancearse por el aire.
Peter corre contra las paredes de los edificios, antes de lanzarse por los aires, casi golpeando un helicóptero de la policía. Althea pudo ver por debajo de su capucha que el capitán Stacy estaba sentado en el interior y que se cabrearía si le pillaba suspirando. Así que hundió su cabeza en el cuello de Peter mientras éste se balanceaba en el aire.
—Entréguense ahora, o abriremos fuego —ordenó el Capitán Stacy desde el helicóptero—. Ambos están rodeados. No tienen escapatoria.
Loshombres de la policía comienzan entonces a disparar contra los dos mientrasPeter corre contra la pared de un edificio, y hace un buen trabajoesquivándolos, al igual que Althea. Pero mientras corre, uno de ellos golpea aPeter en el pecho y otro en la espalda de Althea. Deja escapar un gemidomientras empieza a zafarse de su agarre, pero él le agarra la mano, antes degolpear el parabrisas de un taxi y caer.
Los dos quedan tendidos en la calle, con los pechos apretados contra el pavimento mientras la electricidad fluye a través de ellos. Althea deja escapar un gemido cuando la electricidad fluye por su cuerpo y Peter la mira, observando cómo la sangre fresca sale de la línea del cabello y comienza a cubrir su frente. Acerca su mano a la de ella y la rodea con los dedos.
Unos policías se acercan a los dos y dos de ellos se acercan y les separan las manos, colocándoles unas esposas en las muñecas. Los ponen en posición sentada, con las cabezas colgando hacia abajo. Ambos tenían los ojos cerrados mientras miraban hacia abajo y Althea respiraba profundamente.
