- 𝓢𝖆𝖇𝖆𝖉𝖔 -

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Hoseok era un chico mayor que yo solo por un año, él también se preparaba para sacerdote pero con una congregación externa a la nuestra, él no estaba recluido como nosotros, el solo asistía a clase sabatina y volvía a su hogar.

Me tocaba siempre ayudarle con algunas lecciones y era demasiado agradable, tenía una sonrisa alucinante que me brindaba mucha alegría.

Desde el primer momento en que nos vimos se sintió la atracción por parte de los dos, pero como ya lo saben, yo iba despacio y sin prisa, discretamente me iba colando en su mente y en su corazón, pasábamos las horas de comida en mi habitación escuchando música y platicando.

Un día me invito a comer a su casa, sus padres querían conocerme y ¿Quién no iba a querer tener como invitado al famoso "Padre Jimin"? Una de las promesas del pueblo, un joven con alma tan limpia y pura como la mía, nótese el sarcasmo de mis palabras por favor.

Así que a la semana siguiente después de salir de las clases nos dirigimos a su hogar, yo había conseguido permiso con el Rector para poder quedarme a dormir en casa de Hoseok, ya después les contaré como hice para convencer al Rector Kim.

Llegamos a su hogar, era una casa muy linda, pero me sorprendió demasiado cuando entramos, era digna de entrar a los récords guinness, tenían imágenes de santos por todas partes, así como crucifijos y demás, eran de esas familias tan devotas y tan exageradas, me retorcí por dentro de la incomodidad que sentí de saber que aún habían personas de ese tipo.

Los padres de Hoseok fueron tan amables, no dejaban de adularme, de llamarme Padre Jimin, de decirme lo buen muchacho que era su pequeño Hobi y de la alegría que les daba que tuviera amistades como la mía, amistades que "Lo llevarían por el buen camino de Dios."

Después de cenar, de ganarme sin mucho esfuerzo el amor y la confianza de los padres de mi amigo, nos fuimos a su habitación, ahí dormiríamos los dos, la única habitación en la planta alta, sus padres dormían en la planta baja y de ninguna manera permitieron que me quedara a dormir en el sofá, "Padre Jimin usted puede dormir en la camita de nuestro Hobi, y él pondrá colchas y cobijas en el suelo a su lado, para que puedan decir sus oraciones juntos"

Nos despedimos de los señores que con toda la confianza del mundo nos dejaron sin ser molestados. Entramos a su habitación, una habitación pequeña pero como cualquier habitación de un chico completamente normal.

Hoseok puso un poco de música instrumental, demasiado sensual fue lo primero que se me vino a la cabeza, y mientras yo comenzaba a desabrochar mi sotana para ponerme la pijama, Hoseok ya estaba en calzoncillos.

Una diminuta pieza de tela blanca semitransparente que me dejaba ver en su totalidad la gran erección que escondía.

Jamás hubiera imaginado que Hoseok estuviera tan bien dotado.

Se acercó a mí y me metió la lengua hasta la garganta - ¿Le gusta Padre Jimin? - Preguntó provocativamente y con descaro.

Mierda, que me hubiera llamado de esa forma me calentó aun mas.

Comencé a besarlo desesperadamente también, y cuando menos me di cuenta me encontraba completamente desnudo al igual que el.

Se puso de pie sobre la cama, quedando a mi altura su gran miembro el cual me incitó a chupar y ahí estaba yo dándole una buena mamada en nombre sea de Dios.

Sus gemidos se oían fuerte y claro - Me encanta rezar con usted Padre Jimin - Decía cínicamente mientras embestía mi boca fuertemente.

Me tenía mal ese chico.

Se corrió sin previo aviso, lo cual no me disgusto, pero prefiero ser avisado.

De pronto bajó de la cama y me empujó contra esta quedando yo boca abajo. Me besó y me mordió ambas nalgas y comenzó a chupar mi agujero con tanto ahínco haciéndome ver seres divinos.

Su lengua profanaba cada rincón de mi entrada, chupaba y succionaba y de pronto sentí como introdujo uno de sus dedos sacándome un rico gemido.

Después de prepararme un poco se acomodo sobre mi y me penetró con fuerza. ¡Santa María! Que cosa tan más maravillosa era sentir a ese chico dentro de mi, jamás me cansaría.

-¿Le gusta mi polla Padre Jimin? - Preguntaba mientras seguía embistiéndome duramente.

-Me gusta Hoseok, sigue así, mas fuerte.

-¿Jimin, me voy a ir al infierno? - Preguntó seriamente Hoseok mientras me cogía más fuerte.

-Nos vamos juntos, pierde cuidado... sigue no pares, estoy a punto.

-Vente en mi boca, por favor, quiero tu leche sagrada.

Mierda, deja de ser tan blasfemo, es mi punto débil y estás haciendo que esto sea alucinante, pensé.

Sin más hice el ademán de levantarme, el me jaló de las caderas, se sentó en la orilla de la cama y seguía masturbándose con fuerza, mientras yo acercaba mi miembro a su boca y lentamente me descargué a chorros, salpicando su boca, su cara, sus ojos, él chupaba desesperadamente lo que caía en su boca, y de pronto sentí mis pies mojados, había eyaculado el también.

Tomó su mano y limpió el semen de su rostro para beberlo también.

-Mejor que la sangre de cristo. - Dijo sonriéndome vilmente.

-Amen. - Deposite un beso en sus labios sintiendo mi propio sabor en ellos.

Luego de limpiarnos, nos dormimos desnudos disfrutando de caricias, me contó su historia, de porqué había elegido ser sacerdote, me contó la historia de sus padres, y desde entonces, los sábados teníamos encuentros, si no eran en su casa, eran en el seminario. Cabe mencionar que si me quedaba a dormir, tenía que convencer al rector de dejarme ir, pero esa es otra historia.

HominumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora