Capítulo cuatro // Confianza

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EMMA

Cae la noche en lo que creo que es la zona sur de la ciudad, ya de por sí este es un lugar oscuro, pero de noche se vuelve aún peor. Recién ahora me doy cuenta de lo incondicionales que son papá y Oliver en mi vida, los extraño mucho, no quiero ni imaginarme lo preocupados que deben estar, sé que me están buscando y que van a encontrarme.

— Emma — claramente es Dysha. No voy a negar que su visita me reconforta.

La voz viene de las penumbras de mi habitación. Me encuentro de espaldas a la puerta.

— ¡Hola, Emma!

— Sé que estas despierta date vuelta.

Le hago caso.

— ¿Por qué no me miras? —  levanto la mirada. No me genera confianza tenerla justo enfrente de mí.

—  No tenés que tener miedo de mí.

— Cómo estás tan segura de eso – intento disimular lo sorprendida que estoy de que esas palabras hayan salido de mi boca.

— Me entere de que estás interrogando a las chicas que te traen la comida, tenés que tratarlas mejor y empezar a comer. Mañana voy a venir yo misma.

—  Si no quiero comer no voy a hacerlo — otra vez esa no fui yo, jamás tendría esa reacción.

Ya se estaba por ir y mi comentario hizo que se detuviera. Gira hacia mí.

— ¿Por qué no comes Emma?

— No me hables como si me conocieras.

A este punto las palabras que salen de mi boca ya no me sorprenden, es como si estuviese siendo controlada.

— ¿Por qué estás tan preocupada por alguien que decidiste secuestrar?

— Yo no decidí secuestrarte, fue mi madre.

–Eso no justifica absolutamente nada de lo que decís – mi mente va a mil kilómetros por hora.

— ¿Qué te pasa? Ayer me hablaste como si nada.

A medida que pasa el tiempo estoy entendiendo varias cosas. A pesar de la oscuridad veo su rostro pálido, no me siento tan mal como el otro día por enfrentarla.

—  Mañana te traeré el almuerzo — dice mientras abre la puerta de la habitación para irse.

No puedo dormir, tengo que ser más inteligente que ella, no voy a dejar que tengan poder sobre mí.

Al día siguiente...

— Como prometí, acá estoy.

—  Buenos días — hoy pienso hacerme la buena e intentar darle una segunda oportunidad.

— Por favor, hoy come —  me acerca un plato —  te aseguró que no esta tan mal.

Asiento con la cabeza y acerco una cucharada de sopa hacia mi boca, no sabía que estaba tan hambrienta hasta ese momento.

— Despacio — siento como mis mejillas arden.

Termino la sopa y vuelvo hablar.

— No quiero estar acá Dysha.

— Lose, pero voy a hacer que tu estadía sea lo menos dura posible — hace una pausa — cuando necesites algo solo debes búscame.

— Gracias —  ni siquiera yo misma entiendo por qué le agradezco a alguien que me secuestro.

— Te tengo una buena noticia... 

Arqueo una ceja para demostrarle que no me sorprendería que la buena noticia sea una estupidez.

— Este jueves por la noche tendremos una fiesta de celebración, estás invitada por su puesto, espero tener el honor de verte ahí.

¿QUÉ? Porque una prisionera estaría invitada y segundo porque alguien con tanto poder como Dysha me pediría ser su acompañante, las cosas en este lugar están peor de lo que pensaba.


Malos presagiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora