Capítulo uno // Señales

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EMMA

La voz ronca de mi padre recién despierto logra despertarme, no me quejo y me siento en el borde de mi cama desecha, aquel sueño vuelve a mi mente, desde hace semanas se viene repitiendo algo que lo hace aún más difícil de olvidar. Soy yo con unas botas arruinadas por el barro y la lluvia, vestida con ropa que nunca antes había visto, caminando hacia una casa bastante grande y mal mantenida repleta de murciélagos pequeños y arañas que parecen ser parte de la decoración. El pasto por el que camino esta quemado por la helada y los árboles que rodean la casa están deshojados, de repente me doy vuelta y veo una silueta que se acerca, ahí es cuando despierto, siempre, no importa cuanto me esfuerce por evitarlo, pasa.

Intento volver a dormir, pero no lo logro.

Me resulta imposible olvidar aquel sueño. Resoplo. Sé lo que debo hacer, no puedo perder más tiempo.

Voy al baño me mojo el rostro con agua para despabilarme, me miro en el espejo, mi cabello rojo contrasta a la perfección con mi piel blanca, casi transparente, me pongo un vestido blanco que deja mis brazos a la vista con un escote que permite resaltar mis pechos. Bajo las escaleras de mi casa haciendo el mayor silencio posible.

— ¿A dónde vas? — dijo mi padre serio desde el sillón de la sala. 

Dejo escapar un resoplo, no puede ser que nada me salga como lo espero.

— Voy a caminar un rato — le contesto mientras agarro mi libro.

— Tené cuidado — agrego firmemente mi hermano.

— Parece que estamos todos reunidos — digo irónicamente. En realidad no soy así, pero esta situación me sobrepasa, se supone que seria un escape SOLITARIO. Respiro hondo e intento olvidar ese comentario, tal vez sea la ultima vez que los veo y no quiero que sea peleando.

— Adiós, los amo — me dirijo hacia ellos y los abrazo como si fuese una despedida... Y lo es, al menos por ahora. Estoy convencida de que fue la decisión correcta.

Abandone la casa con una lágrima en mi mejilla, me duele hacerles esto, pero no tengo otra opción. Voy a descubrir que significan estos sueños y creo que una amiga de mamá puede ayudarme.

Me adentro en el bosque y comienzo a caminar. Tomar esta decisión no fue fácil, pero es hora de enfrentar mis problemas como una adulta. Se supone que la casa de Marie se encuentra pasando el bosque, en la parte sur de la ciudad. Cuando mamá aún estaba viva siempre íbamos a tomar el té, una vez que murió le perdimos el rastro, papá y ella no se llevaban bien así que jamás se esforzó por mantener el contacto.

Todo es verde, es precioso, los pájaros hacen la compañía perfecta para esta travesía. El aroma a pasto mojado me relaja aún más y por un instante se me olvidan mis problemas, la muerte de mi mamá, mis sueños, por primera vez en meses, soy feliz. Es mi primera vez caminando sola en el bosque, mi padre no me deja hacerlo porque dice que es inseguro y que ya no es el mismo de cuando el era joven. El tampoco es el mismo. 

Escucho un grito que parece ser de un animal, a medida que camino hacia adelante el sonido toma más fuerza, ahí  lo encuentro, un pequeño zorrito que había quedado atrapado entre los árboles que se cayeron por la tormenta de ayer, intento acercarme, pero el me ataca, luego de varios intentos de ganarme su confianza logro ayudarlo a salir, una vez libre huye con dificultad. En mi rostro se dibuja una sonrisa, estoy orgullosa de haberle salvado la vida.

— Suert... — antes de terminar la frase una flecha atraviesa mi muslo, el dolor es fatal, caigo al piso sin poder emitir ni un sonido, ni siquiera un quejido, ahí es cuando la veo, una silueta vestida de negro acercándose hacia mí, derrotada, dejo que se acerque. Siento su mano fría apoyada en mi mejilla, el entorno se transforma por completo, un humo negro no me permite ver más allá de mi vestido que al igual que mi mano se encuentra manchado con sangre , el dolor desparece, solo siento la palma de aquella cosa que me acompaña, soledad, tranquilidad, compartimos el mismo dolor.

Al abrir los ojos,  me doy cuenta de que el humo que me cubría al igual que la señora, ya no estaban. Aquel bosque majestuoso se había transformado en uno sombrío.
Los arboles verdes se encontraban quebrados y con las raíces a la vista, la neblina no me permite ver bien, unos pequeños animales que parecen ser murciélagos me persiguen sorprendidos, parece que no tienen visitas muy seguido. El sendero por el que voy , esta repleto de caminos alternos que me obligan a desviarme del principal. A lo lejos veo una mansión sublime, una enredadera desordenada cubre una de las paredes del exterior. Sin dudarlo, desesperada comienzo a correr hacia ella, sus ventanales y puertas son de ensueño. Parece ser la única en un rango de distancia bastante amplio, la casa esta rodeada por un cerco de arbusto con rosas rojas inusuales, para entrar hay que pasar por un puerta roja que se encontraba entornada, sin dudarlo la termino de abrir.

En el jardín de la casa se encuentra una chica de cabello rubio con un vestido negro increíble, parece ser la dueña de la mansión.

— Buenos días — sueno más entusiasmada de lo normal, creo que la espante.

— ¿Qué haces acá afuera con el frio que hace? Acompáñame — me ofreció muy amablemente.

Le hago caso y la sigo. Estoy perdiéndome entre mis pensamientos, si el destino me trajo hasta aquí fue por algo y pienso descubrir la verdadera razón. Siendo pragmática, creo que haberme cruzado con semejante casa puede ser positivo, necesito donde quedarme mientras realizo mi investigación.

Malos presagiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora