Corazón en ruinas *EN PAUSA*

Capitulo 1 • Paula

Érase una vez una chica con el pelo negro como el carbón y los ojos verdes como esmeraldas.. Y fin del cuento donde todo es de color de rosas, mi vida no es ningún cuento de hadas, ni ninguna de esas mierdas de princesas Disney, con todo el respeto eh, que me encantaba cenicienta de pequeña, mi vida se basa en una cagada tras otra, eso soy yo supongo, una cagada, una basura de metro y medio que hace lo que le da la gana. A mis diecisiete, casi dieciocho he sufrido más de lo que cualquier persona sufre en toda su vida, mis padres murieron en un atraco, los mataron como si no fuese a afectarle a nadie su perdida, pero ahí entro yo, a mis dieciséis huérfana por culpa de un desquiciado al que se la sudaba todo. Ahora vivo con mi abuela, la madre de mi padre, la pobre está mayor ya y siento que soy una carga para ella, pero, en el fondo sé que cuidamos una de la otra, la verdad es que tengo miedo, mucho miedo, miedo de que me olvide, sé que cuando ella se vaya yo también lo haré, ya lo intenté después de la tragedia de mis padres, pero no fui capaz porque no podía dejarla sola.

Hoy la estoy viendo muy perdida, cómo si no supiese donde está, cómo si se hubiese perdido a sí misma.

Hay una vecina que la cuida cuando yo no estoy en casa, se llama Julia y estoy muy feliz de que ella cuide de mi abuela, la trata muy bien y sé que cuando no estoy, con Julia está en muy buenas manos.

—Abuela— Grito desde mi habitación —¡Abuela!— Repito a la vez que bajo las escaleras —Abueelaa— Repito por tercera vez mientras recorro el pasillo hasta la cocina y el salón —Abuela, por fin te encuentro, ¿por qué no contestabas?, me estaba empezando a preocupar.

—Tranquila Paula, de momento puedo cuidar de mí misma— Me replica en tono burlesco y soltando alguna pequeña carcajada —Deja de preocuparte tanto y ve al instituto, Julia estará a punto de llegar— Dice mientras me da una bolsa con unas fresas —Toma, para que no pases hambre en clase— Finaliza mientras me empuja con cariño hacia la puerta.

Normalmente no me suelo comer la comida que me da, porque, a la hora del recreo compro bolsas de patatas en la cafetería del instituto, pero al volver a casa, doy una vuelta con la moto para pasar por un colegio y darle la comida a una chica a la que le quitan su desayuno unos abusones. He intentado que dejen de meterse con ella, de echo, se lo he contado al director del centro al que ella asiste, pero él es el padre de uno de los chavales involucrados y no cree nada de lo que digo, también me he enfrenté a ellos, pero no me prestaron ni la más mínima atención, es más, se intentaron burlar de mí, pero les pegué una bofetada a cada uno, sé que no voy a poder despegarlos de la niña, así que la he dicho que les dé su bocata y me espere en la puerta del colegio, que yo le daré comida todos los días. Por la razón de verla todos los días e incluso charlar con ella de vez en cuando, la he cogido mucho cariño, es muy buena chica y creo que no la deberían tratar así, pero es lo que tienen los abusones ¿No? Ellos tratan mal a gente que no se lo merece.

Al salir con la mochila y arrancar la moto veo a Julia, esta llegando a el jardín, la saludo y abro la puerta del garaje para que entre a casa sin tener que llamar al timbre.

A primera hora me toca literatura, es bastante aburrido, pero gracias a Raquel, mi mejor amiga, que va conmigo a clase, se hace más ameno, normalmente nos pasamos el tiempo hablando de su mala suerte en el amor, todos la rompen el corazón, ella es muy guapa, siempre tiene a todos los chicos detrás, pero supongo que ellos son así, cuándo consiguen lo que quieren te dejan tirada.

Yo, en cambio, paso de ellos, siempre estoy a lo mío, aunque seguramente me estoy destrozando sola, me paso los días aguantándome las lágrimas para que mi abuela no me vea llorar, no quiero que crea que soy débil. Cuando no estoy en casa voy al cementerio, creo que eso me va matando poco a poco por dentro, el no poder gritar y desahogarme, me rompe cada vez más.