Me dicen el Chernobyl, por cariñoso /guiño, guiño.

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Kageyama no estaba asustado, estaba aterrado.

¿Por qué rayos acepté?

Estaba tan nervioso que tenía nauseas. Había creído que una semana era suficiente tiempo para prepararse mentalmente para este encuentro, pero se había equivocado.

Quizás necesito una eternidad.

¿Qué le preguntarían? ¿Por qué querían verlo ahora después de tanto tiempo? Su cabeza estaba dando vueltas .

¿Y si me quieren de vuelta?

Kageyama hizo una mueca regañándose así mismo por mantener todavía una pizca de esperanza. Era ridículo, Oikawa nunca cambiaría su decisión al respecto. Él la persona más necia y orgullosa que conocía en el mundo. 

Se sobresaltó cuando una mano tocó su hombro.

—Kageyama. —Llamó el mayor con una voz firme. —¿Estás bien?

—Sí, Ushijima. Solo necesito un momento.

Kageyama no había estado cómodo con la idea de ir solo por lo que le pidió a Ushijima que le acompañara. La amistad de ellos era nueva, pero al atravesar por una situación tan similar se volvieron cercanos en muy poco tiempo. Cuando Kageyama le contó de su decisión el capitán no dudo en prestarle todo su apoyo. Ambos sabían que Oikawa no reaccionaría bien al verlo allí, pero Kageyama sentía que no había nadie mejor que él para la tarea. Hinata hubiera hecho un desastre y peleado con sus almas gemelas y, aunque Kageyama apreciaba mucho su amor incondicional, eso no era lo que necesitaba en aquel momento.

—Bien, estoy listo. Es ahora o nunca.

Kageyama tocó la puerta, una, dos, tres veces. Respiró hondo y contuvo la respiración por un segundo.

La puerta se abrió.

—¡Hola, Tobio-chan! —Kageyama dio un salto al escuchar su escandalosa voz. —Cuanto tiempo sin verte.

Oikawa Tooru. Aquel que todavía le robaba el sueño después de tanto tiempo.

Se ve tan precioso como siempre, pensó Kageyama con amargura ¿Cómo alguien tan atractivo como él podía tener una personalidad tan desagradable? Nunca lo podría comprender, le parecía injusto. 

La hermosa pero falsa sonrisa de Oikawa desapareció una vez que notó a Ushijima parado junto a él.

—¿Qué hace Ushiwaka aquí? —Preguntó frunciendo el ceño.

Kageyama se encogió de hombros. —Yo le pedí que viniera conmigo.

Eso pareció amargar el humor de Oikawa todavía más. Se cruzó de brazos y se recargó en el marco de la puerta.

—Pues va a tener que esperar a fuera.

—No lo creo. —Respondió Kageyama, obligándose así mismo a tragarse los nervios y mantener su posición. Oikawa lo miró con desprecio.

Maldito mocoso---

—¡Kageyama!

Iwaizumi Hajime. Otro hermoso fantasma que no lo dejaba descansar.

Su sonrisa, aunque nerviosa, era genuina. Veía a Kageyama con una combinación de temor y anhelo. Era maravilloso, era horrible. Kageyama quería gritarle que dejara de verlo como le quisiera, no era justo. En cambio solo mordió el interior de su mejilla y asintió en forma de saludo.

—Ah, Wakatoshi. No sabía que vendrías también. —Su sonrisa tembló un poco, se notaba confundido más no molesto. —Vengan, pasen.

—Pero Iwa-chan, no quiero ver la sucia cara de Ushiwaka aquí. —Se quejó Oikawa en ese ridículo tono infantil que le gustaba usar.

A ver como te gusta cuando te supere, perro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora