9

235 10 4
                                    

Narra Dorcas

-No quiero que te acerques nunca más a Diggory.  -Ordeno Riddle.-

Okey, no estaba entendiendo. ¿Quien se creía él para mandarme a mi? Parecía un puto psicopata.

Ni siquiera éramos amigos y ya quería controlarme. A pesar de que fuera lindo era un estúpido.

¿Quien mierda se creía?

-¿Y quien eres tú para mandarme? -Pregunte enojada.-

Necesitaba respuestas.

-Simplemente, no vuelvas a dirigirle la palabra.

Y simplemente así, Tom me agarro de muñeca y nos fuimos al castillo.



En el camino Riddle no me dirigió ni una palabra.

No estaba comprendiendo la situación.

Me sacó de mi cita como todo un psicopata para luego no dirigirme la palabra.

Ni siquiera tuve tiempo de avisarle a Diggory. Inverntar una excusa algo.

Y así como así me había prohibido hablarle a Cedric.

Tome valor y decidí hablar.

-¿Me puede decir que mierda te pasa? Ni siquiera somos amigos y me andas prohibiendo cosas.

-No lo entenderías, pequeña Grindelwald.

Era la segunda vez que me llamaba así y no me disgustaba.

-Por lo menos explícame, Riddle. -Rodé los ojos.-

Ya habíamos llegado a la sala común de Slytherin.

Como Tom no me contestaba decidí irme a mi habitación.

Quise cerrar la puerta pero Riddle se interpuso, entro a la habitación y cerro la puerta.

Dio unos pasos hacia mi haciendo que mi piel se erizara.

Con una de sus manos tomó mi mentón delicadamente y hizo que lo mirara a los ojos.

Hasta que hablo.

-Escucha, pequeña Grindelwald, y quiero que entiendas.

El tono de su voz y la forma en la que hablo hizo que mi piel se erizara aún más, estaba nerviosa.

-Tú eres mía, que te quede claro. -Dijo él.-

Se acercó aún más a mi y depositó un pequeño beso en mis labios.

Y se fue.

Me quede quieta en mi lugar procesando todo lo que acababa de pasar.

Sus palabras rondaban en mi cabeza, sus ojos hermosos y escalofriantes.

-Tú eres mía


Claramente si mi obsesión era "pequeña" antes ahora estaría en un nivel más alto, sin duda alguna.



Luego de lo sucedido decidí darme un baño. No le había contado nada a Pansy sobre lo que paso, y todavía tenía que pensar una excusa para Diggory.

Si, Riddle me había prohibido acercarme a Cedric pero él no tenía derecho.

Sin dudas fue un día largo.

02:18 A.M.

Me desperté por unos ruidos que había escuchado, provenían de la sala común.

Me puse mi túnica y peine mi cabello con mis dedos.

Estaba todo oscuro así que use mi varita para iluminar.

Llegue a la sala común y me encontré a alguien. -Rodé los ojos al verlo.-

-Padre. -Dije mirándolo.-

No tenía idea que hacía ahí y más a esta hora, no podía ser como una persona normal?

Mandar cartas o que se yo.

-Hija. -Contesto mi padre.-

-¿Qué haces aquí? Podrían escucharte.

Si había sido muy ruidoso.

-Tranquila, no me escucharan. -Contesto seguro.-

Si supiera todo el ruido que provocó. Suspire y me senté en un sillón, mi padre copio mi acción.

-Bien, ¿Qué haces aquí? Sabes que a esta hora no puedes venir ¿Por qué no mandaste una carta? O algo así. -Pregunte.-

-Oh, bueno ya sabes, las cartas no son lo mío.

-Papá, ve al punto. -Dije ya casi perdiendo la paciencia.-

-Tienes que volver a casa, al menos por unos días.
















C 🛐

Pequeña Grindelwald. • Tom Riddle •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora