Uno.

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Louis odiaba ir a la escuela.

No le gustaba estudiar, ni tener que leer libros aburridos —y sin dibujos—. Y lo que odiaba eran las burlas de sus compañeros. Todos los días él era el centro de las burlas de los chicos de la secundaria Jenner, y todo por su actitud infantil. ¿Acaso eso les molestaba? ¿les hacía algo malo? No. Louis era una de las personas más buenas que podría haber. Pero no todo es fácil, y gracias a esas burlas su madre decidió mudarse. Su nueva vida sería en Holmes Chapel, ¡quizás podría hacer un amigo! En Doncaster nadie quería a Louis, para todos, él sólo era el estúpido chico que se comporta como un niño de seis años, con sus remeras de superheroes y sus ositos de peluche.

—Boo, amor, ya llegamos. —le dijo su madre mientras acariciaba su mejilla. Jay quería lo mejor para él. No quería que las personas lo lastimen, pero Louis era muy inocente, y ella sólo quería hacer que no se golpee muy duro cuando sepa lo que es la vida. Porque Boo sólo era un niño, tenía dieciocho años, pero su alma era pura, él era único.

—¿Ya llegamos? Wow... —respondió un somnoliento Louis mientras tallaba sus ojos como si se tratase de un gatito. Miró por la ventanilla de cristal del auto y vio lo que iba a ser su ahora nueva casa. Era enorme, tenía dos pisos, y muchas ventanas. A Louis le gustó eso, porque podría ver el sol a través de ellas. Y podría admirar las gotas golpeando sobre el cristal en los días lluviosos, mientras acariciaba a Sue, su gata. Bajó del auto con una sonrisa radiante, y miró a su madre, impaciente.

—Si, Boo, puedes entrar... —dijo Jay al ver el rostro de Louis. Esperaba que las cosas fuesen mejor desde ahora, quería que todo lo malo del pasado se vaya como las hojas secas del árbol de la entrada, las cuales eran llevadas por el viento.

—¡Esto es hermoso, mami! ¡Mira! ¡Tenemos una chimenea! ¡Podremos hacer malvaviscos! —Louis admiraba el interior de la casa fascinado, le encantaba. Corrió por las escaleras hasta la segunda planta, y recorrió todas y cada una de las habitaciones. Cuando llegó a la que iba a ser su nueva habitación, sintió que sus ojitos se llenaban de lágrimas. Era fantástica, tenía las paredes color azul —justo como el de sus ojos— con nubes pintadas en ellas. Una de las paredes tenía varios estantes, y Louis pensó que era perfecta para poder poner todos sus juguetes, aunque Danny —el osito color pastel que Louis amaba— dormiría con él. Fue hasta la planta baja nuevamente y abrazó a Jay, tomándola por sorpresa.

—Boo, ¿qué pasa? Estas llorando, oh dios... ¿No te gustó? Lo siento mucho, cariño... —dijo preocupada y se separó un poco, tomando del mentón a Louis y acomodando su flequillo.

—Esto es mucho más de lo que podría pedir, es la casa más hermosa de todo el mundo, mamá. Te amo... —Al oir eso, el corazón de Jay se encogió. En serio no entendía cómo es que había personas a las que Louis les parecía raro.

—También te amo, bebé. Y te prometo que todo estará bien, te esperan cosas muy lindas. Una nueva vida... —Murmuró con una sonrisa ladeada y Louis río de manera infantil. Jay comenzó a hacerle cosquillas y terminaron sobre el sofá, jadeando y riendo a carcajadas. Era amor de madre, único y hermoso. Ella quería que Louis fuese feliz. Si él lo era, ella también.

Dos semanas después.

—¡Boo! Apurate, no quiero que llegues tarde. —el ojiazul corrió hasta el auto de su madre y al cerrar la puerta una vez dentro, Jay arrancó. No quería ir a la escuela, estaba nervioso. ¿Y qué si los chicos se volvían a burlar de él? ¿y qué si su vida volvía a ser fea? Él no quería eso, pero esperaba que las cosas fuesen mejor que antes.

—Hasta luego, mamá... —susurró un sonriente Louis desde la acera mientras que su madre lo saludaba desde dentro del auto. Y justo cuando Jay dobló en la esquina, sus nervios volvieron. No quería que vuelvan a hacerlo sufrir. Pero reunió valentía y entró al edificio que sería su escuela.

Al momento en el que entró, la mayoría de las miradas se posaron en él. Bueno, siempre era interesante tener un alumno nuevo en la escuela, y más si éste era Louis. El ojiazul vestía un par de jeans color rojo, y una remera de Superman —su favorita —. Llevaba sus lentes y su cabello estaba peinado hacia un lado. Algunas chicas pasaron por su lado y le guiñaron un ojo, haciendo que Louis frunza el ceño. Varios chicos se le acercaron y le dijeron cosas como "Wow, amigo, ¡tu remera es fantástica!" o "¡Eres Superman! Debo tener una foto contigo". Louis se alegró de que fuesen amigables con él, hace mucho que no lo trataban así—aunque Jay era una excepción —.

Entró al baño a lavarse la cara y chocó con un chico más alto que él. Rápidamente levantó la mirada con algo de miedo a que éste le diga alguna mala palabra o lo golpee, pero se sorprendió al encontrar a un joven de unos hermosos ojos verdes mirándole con una sonrisa.

Oops!

Hola... —dijo Louis, mientras se encontraba perdido en esos hermosos orbes esmeralda.

[N/A]
¡Hola! Bueno, éste es oficialmente el primer capítulo de Only you. Espero que les guste, estoy haciendo lo mejor que puedo. Si te gustó deja una estrellita, y un comentario no me vendría mal. Me motivan mucho. ¡Gracias por leer!

-J. xx

Only you. {l.s} EN PAUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora