Me quedé estática y todo el mundo a mi alrededor también.
Su maldita cara, sus ojos, sus manos, su cuerpo, jamás me podría olvidar de nada y a veces me odio por eso.
Mi vista no se había despegado de las chicas que lo acompañaban, una parte de mi sentía pánico que mujeres estén cerca de él, no quería que sufrieran lo mismo que yo.
Él pareció notarlo ya que sentí su mirada encima de mi, pero no quise comprobarlo, no quería dirigir mi mirada hacia él, sino terminaría en yo gritándole todo lo que me hizo, diciéndole lo animal que es y que no se merece nada de lo que tiene y no quería terminar mi día así.
—¡Katherine!—Mi cerebro volvió a estar consciente de su alrededor y observé como la chica que me llamaba ya estaba un poco harta de hacerlo.
Dirigí mis pies hacia el meson que hacía las entregas de comida.
—Toma.—Dijo un poco tosca. Estiró la bandeja en la cual había lo que le pedí.
—Gracias.—Le sonreí tímidamente, agarre mis cosas y abandone la cafetería.
Si uno de ellos sabe que estoy aquí, los otros también lo harán. La angustia dentro de mi pecho creció. El hambre había desaparecido y ahora solo quería volver a mi casa.
Pero me obligue a recordar que ellos no tiene poder sobre mi, no pueden volver a dañarme, nunca más.
Pero volverlos a ver, tan cerca, tan reales, me dio pánico.
Comencé con ejercicios de respiración que más de una vez me habían salvado.
Lo hice hasta que vi a Max venir directamente hacía mi.
.
.
.Max, 18 años.
Katherine, 17 años.
(narrador omnisciente).Ambos jóvenes estaban tan relajados contemplando el cielo, específicamente como el sol después de esconderse dejaba un cielo anaranjado. La brisa de verano los hacía sentir vivos, el pasto verde sobre el que estaban tendidos, los hacía sentir eternos, y todo junto los hacía sentir invencibles.
Katherine, pensaba y sentía que así se debía sentir siempre ser adolescente, aunque tenía muy claro que eso no sucedía muy a menudo.
Mientras Max pensaba en un tema más profundo; El amor.
—Kath.—Ella giró su cabeza hacia él, antes se hubiera molestado por cómo la había llamado, ahora ya se había acostumbrado.
—¿Qué?.—Respondió justo en el momento que el chico giraba su cabeza, quedando frente a frente.
—¿Te has enamorado?.—Ella sonrió y negó suavemente con su cabeza.—¿Te gustaría hacerlo?.—Ella volvió su vista al hermoso cielo.
—Me encantaría.—Solo hablar de enamorarse la embobaba.—Quiero enamorarme, quiero que ese sentimiento sea profundo, fuerte y abrasador.—Suspiro, deseosa de aquello.—Quiero que aquella persona me ame sinceramente.
»Si me dijeran que la persona de la cual me enamoraré, me romperá el corazón y me dolerá más que nada, lo aceptaría gustosa, siento que valdría la pena cualquier sufrimiento solo por sentir aquello aunque sea 5 minutos. Solo por sentir que me aman con la misma intensidad que yo lo hago. ¿Y tú?.
Aunque para algunos fuera una tontería, así era Katherine, ella realmente aceptaría mil años en el infierno si le prometieran cinco minutos en el cielo. Ella estaba dispuesta a eso y más cuando se hablaba de amor.
Mientras tanto Max solo pensaba en cómo su amiga había llegado a aquella conclusión.
¿Que le rompan el corazón por miserables 10 minutos de amor?.
ESTÁS LEYENDO
Oye, Katherine.
Non-Fiction-Oye, Katherine. ¿No nos vas a dar un besito?, es solo uno y te dejaremos pasar. -Yo..solo quiero...-Mi voz salió temblorosa. -Vamos, nos das un beso y te vas.-Su voz salió arrastrada, pero coqueta. -¿Y me dejarás pasar?-Mi voz sonó patética incluso...