Mi madre se pasa pendiente de mi, y aún que lo agradezco a veces quisiera que ella volviera a su vida normal.
Ella trabajaba en una pequeña tienda de ropa, donde confeccionaba y vendía las "recientes" modas, y era feliz. Todos los días llegaba con una sonrisa, porque amaba su trabajo, y gracias a ese alegría yo amaba el ambiente en mi hogar.
Obviamente teníamos peleas tontas, como cualquier familia, pero siempre a los minutos no arreglábamos y volvíamos a bromear y a estar en esa armonía que amaba. Siempre fuimos unidos, siempre les conté mis cosas.
Por lo que ellos fueron los primeros en notar que me había ocurrido algo; a los días de esa maldita noche me preguntaron si quería hablar con ellos, y mientras me pedían aquello reafirmaron que siempre iban a estar para mi, que yo debía confiar en ellos porque ellos jamás me iban a juzgar.
Yo aún recuerdo como con lágrimas en los ojos les dije que simplemente la universidad me tenía colapsada, que no podía con la carga académica que estaba teniendo y que me había peleado con mi amigos. Ojalá hubiera sido una maldita pelea.
Aún recuerdo ese miedo y vergüenza que tenía tan presente en mi pecho, no quería admitir que algo tan horrible me había pasado, no quería que la gente me juzgara, lo cual terminaron haciendo igual.
No quería porque si lo decía en voz alta admitiría que de verdad aquella fatídica noche había ocurrido en mi vida, aquella que en ese entonces aún pensaba que había sido una pesadilla.
Ademas de la amenazas que recibía de parte de esos hombres que algún día llame amigos, tenía tanto miedo de las acciones que podían tomar no solo en mi contra sino en contra de mis padres.
La gran parte de ellos tienen una mejor situación económica que la mía, por no decía que dos de ellos tienen padres poderosos, así que siempre me recalcaban que si hablaba quedaría como una mentirosa, lo cual nunca creí ya ¿por que no me creerían?, ¿por que acusaría a un grupo de chicos los cuales fueron cercanos a mi de algo tan grave?, sin embargo, ellos tuvieron razón, para la gran mayoría yo solo era una jodida mentirosa que necesitaba atención .
Aprieto mis dientes.
Vuelvo a la realidad cuando escucho mi nombre a través de la computadora.
—Señorita Katherine, ¿Está ahí?.
—Oh... Sí, lo siento profesora.—Encendí mi cámara.—Aquí estoy, me distraje un segundo.
Me hizo una pregunta y continuamos.
La clase duró una hora aproximadamente.
Estoy estudiando Ingeniería comercial. Es mi segundo año. Debería ir en el tercero pero congele el año antepasado. Era difícil seguir estudiando, era difícil seguir viviendo en realidad, a veces me planteaba si realmente valía la la pena vivir, y siempre llegaba a la misma conclusión: no.
Respiro.
Hoy me toca ir a la psicóloga, es por una de las pocas razones por las que salgo de casa, me da mucha ansiedad hacerlo.
Ella me ha ayudado muchísimo, ha sido un cambio notorio.
Me gusta hablarle de mi vida. Aún no llegamos a la parte de lo que ocurrió esa noche, pero me está ayudando a sobrevivir con todo lo que siento. Sé que en algún punto le tendré que contar lo que ocurrió y creo que va ser más pronto de lo que creo.
Esa herida está tan mal cicatrizada que cada vez que la rozo sangra, y es malditamente doloroso, y sinceramente ya no quiero que lo sea y para eso necesito abrirla, limpiarla y dejarla sanar. Pero tengo muchísimo miedo de hacerlo, que pasa si solo la abro ¿Y no puedo limpiarla?, ¿qué pasa si solo llego a la mitad del proceso y queda peor que antes?.
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Oye, Katherine.
Non-Fiction-Oye, Katherine. ¿No nos vas a dar un besito?, es solo uno y te dejaremos pasar. -Yo..solo quiero...-Mi voz salió temblorosa. -Vamos, nos das un beso y te vas.-Su voz salió arrastrada, pero coqueta. -¿Y me dejarás pasar?-Mi voz sonó patética incluso...