Capitulo 7: Lujurioso Pecado

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Atrapada

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Atrapada.

Había caído presa de mi misma trampa, me encontraba en la boca del lobo. Con Ivano no se puede jugar, ese es un riesgo demasiado alto que podría cobrarme la vida. Y aunque me sería fácil escapar no puedo hacerlo, no cuando todos sus hombres tienen su vista puesta en mí.

Sé que Ivano no está aún convencido de que no oculto nada, sus sospechas son una clara amenaza de que en cualquier minuto todo podría acabar.

Siento sus manos ajustarse a mi cintura, su aliento calentar mi cuello y el olor a whisky que emana de su boca se cuela por mis fosas nasales.

—Date la vuelta —me pide una chispa de lujuria plasmada en sus ojos azules.

Obedezco dándome vuelta hacia la pared. Siento luego sus manos meterse por mis ropas. Sus dedos encontrarse con la tela que separa el vestido de mis bragas. Sigue subiendo, hasta que sus dedos se meten en mi interior.

No puedo negar que es bueno en esto, de hecho es demasiado bueno.

—¡Mierda! —jadeo cuando introduce un segundo dedo a su estimulo.

—Quieta —me mantiene fija, su tono de voz cambia a una ruda, furiosa.

No contesto nada, dejo que haga lo que tiene que hacer.

Me quiere húmeda y lo está logrando, porque justo ahora mis piernas tiemblan y me cuesta mantenerme de pie. Los movimientos de sus dedos en mi interior son como combustible para convertirme en la Tanya adicta al sexo.

—Muy bien hecho —una de sus manos se ajusta a mi cuello para hacerme bajar con vista al suelo.

¿Quiere darme por atrás?

No es algo nuevo, de hecho lo experimenté tres o cuatro veces en mi vida pero sé que su forma de tener sexo es totalmente salvaje.

—Me encanta tu sabor —se lleva sus dedos húmedos por mi vagina a su boca—. Ahora haré que esta noche se te quede grabada para toda la existencia.

Los botones de mi vestido salen a volar en cuestión de segundos, rasga la tela de este y me deja completamente desnuda y a su merced. Me preparo para lo que viene.

Uno, dos, tres...

—¡Ah! —pego un pequeño gemido cuando lo siento entrar desde atrás, sus estocadas llegan hasta el fondo, no se detiene, no me ha dejado de sujetar.

—¡Si! —exclama y vuelve a entrar hasta el fondo cada vez más fuerte.

No puedo si quiera decir algo, la sensación es abrumante, exquisita y nueva para mí, mi rostro está pegado a la pared, no puedo moverme, estoy por completo inmovilizada por los brazos de este demonio.

—Mía y solo mía – dice con seguridad.

Dibujo una sonrisa en mis labios.

¡No soy de nadie hijo de puta, menos tuya! Quisiera gritarle mis verdades a su cara, pero este no es el momento adecuado, cuando lo consiga Ivano sabrá que su peor error fue llevarme con él.

UNA ESPOSA PARA EL DIABLODonde viven las historias. Descúbrelo ahora