Capitulo 30:Dulce Castigo

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TANYA

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TANYA

Sonrío maliciosamente mientras paso mis yemas por su rostro, mi cuerpo se ha ajustado al suyo y mis manos le han ayudado con el resto.

Es el mismo de hace cuatro años. Una presa fácil para un león hambriento como yo.

—Ivano —susurro su nombre pegando mi boca a su oreja.

—¿Si? —pregunta extasiado por la situación.

—Eres tan predecible —mi mano se ajusta a su pretina para tomar el revólver y apuntarle a su cabeza—. Ahora abre la jodida puerta —sentencio.

—¿Que mierdas haces?—se quita de mi lado.

—¿No crees que lo haga? —lanzo un disparo al aire—.¡Abre esa jodida puerta en este instante!

Él aprieta sus dientes y se levanta de la cama para sacar el juego de llaves y abrir la puerta.

—Bien hecho —le respondo cuando ha obedecido como un perro.

Tomo mis cosas en las manos y en tiempo record vuelvo a vestirme.

—¿Todo lo que has dicho ha sido mentira? —pregunta

Parece más preocupado por lo que he dicho hace un par de minutos a que lo esté apuntando con un arma en dirección a su cabeza.

—Tal vez, no te aseguro nada.

—Tanya —reclama—. No estoy para tus putos juegos.

—Y yo para perder mi tiempo contigo.

Abandono la habitación en busca de aquella mujer, Ivano la había podido defender pero no volvería a dejar que se escapara sin recibir lo que se merecía. Antes de casarme con él era una Petrov, crecí en una familia rodeada de armas, de sangre y de muertos cada noche. Ya no era esa niñita de ojos azules cristalinos que se escondía en loa armarios.

Era el maldito demonio cuando tocaban a lo que más amaba en mi vida. Y lo que más amaba tenía un nombre, Bela.

—¿A dónde mierdas vas? —pregunta cuando me ve buscando por toda la casa.

—Dime ¿a dónde la has llevado?

—¿Hablas de Annika?

— ¿De quien mierdas mas estaría hablando? ¿Dónde las has escondido?

—Cálmate primero —recrimina por mis acciones al revolcar medida casa buscándola.

Conozco muy bien aquella mansión y se perfectamente cada uno de aquellos espacios en los que Ivano podría ocultarla, incluyendo el sótano en el que tiempo atrás me encerró. Ivano no parece muy sorprendido de mi acción, creo que él no esperaba menos de mí. Sabe la clase de perra mala que puedo llegar a ser, no tengo límites cuando me los propongo.

—No está aquí —responde apoyándose en una pared.

— Más te vale decirme a donde la has llevado. ¡Debiste dejarme matarla!

UNA ESPOSA PARA EL DIABLODonde viven las historias. Descúbrelo ahora