Capitulo 24: Confesiones

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Me he quedado paralizada en el marco de la puerta, no esperaba ver aquella figura tan de repente

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Me he quedado paralizada en el marco de la puerta, no esperaba ver aquella figura tan de repente. El miedo se ha apoderado de mi por completo.

—¿Que sucede? ¿Te asustas de ver de nuevo al diablo? —pregunta sarcásticamente.

—¿Qué haces aquí? —mi boca al fin es capaz de pronunciar una palabra.

—Esa sería mi pregunta, ¿Qué haces aquí? Creí que estabas muerta para ser sincero, lo creía hace un año, cuando me entere de que aun vivías.

Tomo una bocanada de aire.

—¿Por qué no haces tu vida lejos de mí?

— Me encargué de buscarte por un año, me encargué de tratar de dar con tu paradero, pero eres una experta en desaparecer, no dejaste ningún rastro para buscarte. Si no fuese porque por alguna razón regresaste a Rusia, nunca te hubiera encontrado.

Aquello me parecía lo más irónico de la vida. Ivano había ordenado mi muerte y él mismo deseaba encontrarme. Aquello era una estupidez.

—¿Crees que dejaría un rastro para que me encontraras? —enarco una ceja—. Tú querías verme muerta, te di lo que querías.

—No quería eso Tanya, intente por todos los medios detener a esos hombres pero...

Él intenta acercarse a mí pero mi reacción es avanzar hasta él cerrando la puerta de mi casa a mis espaldas. No deseo que se termine enterando de la existencia de Bela

—¿Pero? Pero no viniste Ivano, llegaste tarde. Obtuve mi castigo por traicionarte, y seguiste tu vida. No he hecho nada estos años para arruinarte y tampoco está entre mis deseos hacerlo, puedes estar tranquilo.

— ¿Dónde estuviste todos estos años? ¿Porque has regresado? ¿Eh?

—Porque Moscú es, y simpre será mi hogar. Ahora vete de la entrada de mi casa —le pido.

—No me voy a ir de aquí sin hablar por completo de lo que sucedió.

— ¿De que demonios quieres hablar? ¿De tu nueva vida? ¿O del pasado?

— Sigues siendo mi esposa —gruñe con fiereza—. Me he enterado de que los documentos de nuestro matrimonio son legales por completo, eres muy astuta, nunca me interese en revisarlos y conocer tu verdadero apellido.

—¿Has venido aquí para eso? ¿Quieres divorciarte? No tendré ningún problema en hacerlo.

Ivano pasa las yemas de sus dedos por el puente de su nariz, nuestra conversación lo ha cabreado por completo, no son las palabras que esperaba escuchar de mi parte, pero no puedo arriesgarme a que permanezca más tiempo en la casa.

—No tienes por qué decirle a nadie que estoy viva.

—Soy el único que lo sabe —confiesa—. Ni siquiera mi..., esposa lo sabe.

UNA ESPOSA PARA EL DIABLODonde viven las historias. Descúbrelo ahora