Capitulo 38:Paraiso Oscuro

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IVANO

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IVANO

Me he devuelto al lugar exacto en el que he dejado a Tanya, pero ella ya no está. Solo espero que no haya hecho lo que me ha comentado. Imaginármelo me hiela la sangre. La conozco, tanto, al punto en que sé que su orgullo y sus impulsos son mayores que su propio sentido de la razón.

— ¡Viscenzo! — llamo a mi guarda de seguridad quien aparece casi de inmediato a mi llamado.

— ¿Si señor Ivano?

— ¿Dónde está mi esposa?

— No lo sabría decir con certeza, estábamos ocupados con los cuerpos.

— ¡Maldita sea! — exclamo furioso—. Dime, ¿han verificado bien el yate?

—Todo está en perfectas condiciones, estamos listos para sus órdenes —responde él.

—Bien, será una noche larga —recargo el arma que tengo en mis manos para guardarla en la pretina de mi pantalón.

Ahora que sé que Tanya no está en la casa, puedo asegurar que se ha marchado sola a la boca de esos traficantes, incluso de reunirse con el traidor del policía, del que me encargaría personalmente.

—Consigue varias picas Viscenzo, porque esta noche me encargare de teñir las aguas de Cerdeña con el color de la sangre de esos bastardos.

Camino con determinación hasta la salida de la casa, la traición para mí era el equitativo a la muerte, ninguno de los que se habían tomado la osadía de cometerlo podía seguir respirando el mismo aire, y menos aquellos hombres que habían tocado lo más preciado que incluso un hombre oscuro como yo tendría en su vida.

Mi familia.

Tanya era una mujer decidida, orgullosa, testaruda y con un pasado doloroso marcado en su vida, sus heridas y su odio la hicieron actuar de la forma en la que lo hizo, no la culpaba, en esta vida era algo normal actuar bajo nuestros propios instintos.

Ella inicio una venganza para recuperar lo que había perdido, pero nunca recupero que lo que tanto quiso y era la paz en ella misma.

Y me culpaba por no hacer nada al respeto, por no saberlo antes de tiempo, por haber iniciado una vida con otra mujer arrojándola al olvido, a pesar de que la seguía amando, me olvide de las promesas que le hice, de las palabras que yo mismo pronuncie para mantenerla a mi lado.

Ahora solo quedaba encontrarla a ella y a mi hija, seria quien las regresaría a casa.

—Señor Ivano —uno de mis guardias me alerta de algo cuando hemos subido al yate para buscarlas.

—¿Qué pasa?

—Hemos confirmado que la señora Tanya abordo un bote junto a un hombre. Sin embargo aún no sabemos hacia qué dirección se ha marchado.

UNA ESPOSA PARA EL DIABLODonde viven las historias. Descúbrelo ahora