Capítulo 2:

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Olivia:

Al salir del aeropuerto el aire frío de
Vancouver, mi ciudad, acaricia mi
avergonzado rostro provocándome un leve escalofrío. Después del incidente del avión no he sabido dónde meterme por culpa de la vergüenza. Lo único que se me ocurrió fue pagarle la tintorería a la pobre chica inocente.

— Eso fue épico — se burla Nate por décima vez desde que salimos.

— Y tú eres insoportable — replico furiosa, en estos momentos lo que menos deseo es escuchar las burlas de mi hermano.

Nos subimos al taxi y recorremos las hermosas calles de Vancouver. Siempre me ha gustado vivir aquí, rodeada de montañas y de arte. Vancouver es conocido por tener un ambiente artístico, teatral y musical. Aunque tengo que reconocer que mi sitio favorito de todos es La Galería de Arte que brinda la oportunidad de exponer sus obras a los artistas regionales. En silencio llegamos hasta mi barrio, Gastown el barrio más antiguo de la ciudad.

Mi padre es americano pero mi madre es española, así que cuando se mudó a la ciudad no dudó ni un segundo en traer a toda la familia con ella. El taxi se detiene frente a un edificio de tres plantas de arquitectura Victoriana. Supongo que es lo bueno de vivir en este barrio, cada edificación mantiene su encanto histórico y espíritu independiente. Mi madre lo llama el edifico familiar, para mí es algo así parecido a un manicomio.

¿Cómo no voy a estar loca si en mi familia todos lo están?

— No le digas a mamá que estuve en prisión — le pido a mi hermano.

— ¿No quieres que sepa que su hija es una criminal drogadicta?

— Si le dices le diré que te follaste a una madurita la noche anterior — lo amenazo, a fin de cuentas en esto consiste tener hermanos.

— No me follé a nadie — sisea molesto.

— Si, pero eso ella no lo sabe.

Me doy la vuelta y lo dejo solo, para nadie es un secreto que mi madre sueña con la boda entre su ahijada y mi hermano.

Subo las escaleras arrastrando mi maleta. Saludo a mi tía Clara y a mi abuela que me miran desde lejos. Lo peor de vivir en un edificio familiar no es compartir con la familia, lo peor es que la familia se meta en cada cosa que haces. Es frustrante que todos esperen lo mejor de ti cuando tú ni siquiera sabes que es lo mejor para ti. Odio que intenten emparejarme con mi primo catalán.

¿Dónde está mi familia americana cuando la necesito?

— Deja de hacer esas caras — dice Nate a mi lado.

Vaya qué rápido llegó miss musculitos.

— ¿Qué caras?

— La cara que pones cada vez que estás pensando en algo de manera dramática — responde y se detiene abruptamente haciéndome chocar con su enorme espalda.

— Gilipollas — me lamento en español tocándome mi delicada nariz. Pero mi hermano no responde. Miro por encima de su hombro y en estos momentos odio ser más bajita que él.

«Que él y que cualquiera» me recuerda mi subconsciente maligno.

— Hola, Nate — habla la voz chillona de Katia haciéndome sangrar los oídos.

— Hola, Katia — respondo y aparto a mi hermano, deteniéndome frente a la antipatíca ahijada de mis padres.

— Ah, eres tú — contesta mirándome con mala cara pues si, el odio es recíproco.

— Quita del medio que estamos llegando— le digo de mala forma. Digamos que no soy conocida por mi gran tolerancia hacia ciertas personas.

— Estoy hablando con tu hermano no contigo.

Efímero [Re-edición] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora