Capítulo 3

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Sintió como si miles de estacas de hielo le perforaran la piel y en su vano intento por recuperar oxígeno el agua glacial se le metió por la boca escondiéndole la garganta y sus pulmones reclamaron de manera atroz, aun con los músculos engarrotado...

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Sintió como si miles de estacas de hielo le perforaran la piel y en su vano intento por recuperar oxígeno el agua glacial se le metió por la boca escondiéndole la garganta y sus pulmones reclamaron de manera atroz, aun con los músculos engarrotados y queriendo aferrarse a la arena, esta solo se removía bajo sus pies como si se tratara de una ilusión.

Llantos y gritos hacían eco en la oscuridad, todas en un intento vano de mirar a través de la oscuridad, lanzaban manotazos al aire intentando encontrar el borde del barranco e intentar conseguir su mano, pero fue el estrellar de la ola sobre el castillo lo que las paralizó y temieron lo peor.

La luz de viejo faro se encendió de pronto iluminándolas directamente y comprendieron que el mar había llegado al borde, pero no había señal de la princesa.

—¡No! —gritó Kyahel corriendo para meterse al agua, pero fue el relinchar de un caballo lo que la detuvo.

Diez hombres bajaron de prisa de sus respectivos caballos, corrieron hacia ellas ofreciéndoles abrigos. Sam estaba entre ellos, el tempestivo mar calmo su ira y empezó a retroceder, hasta que pudo verla.

Cuando la sacó del mar, estaba pálida y no respiraba, apretó el abdomen con ambas manos en un intento de hacerla expulsar el aguar fría que amenazaba con hacer estalactitas en su interior.

Yaerlyk caminó cerca de Sam y se miró pálida, fría y sin vida, tocó su pecho y no latía nada ahí, quiso hablar y el sonido de su voz no se escuchó, se miró las manos, se tocó el rostro, sintió el pasto frío por debajo de sus pies ¿acaso estaba muerta? A lo lejos pudo escuchar como algo se movía entre la oscuridad arrastrándose, a lo lejos escuchó el crujir del bosque y un suspiro de gélido aire sopló entre sus oscuros rizos.

Tenía miedo, su pecho se inflaba en un intentó de conseguir oxígeno e hizo lo impensable: tocar el hombro de Sam.

Sam giró a su costado y el terror que por años no sentía le llegó de golpe.

—Tenemos que darnos prisa —dijo a los presentes quienes asintieron y con las chicas encima de los caballos se lanzaron de vuelta hacía la mansión Vaho Negro.

—Señor Sam, no respira —dijo un guardia tras varios intentos de reanimación.

—Regresa a la mansión, yo me haré cargo de esto —ordenó Sam sacándose los guantes de las manos.

—Pero señor... —El guardia entendió que no tenía caso insistir, ató a un caballo a un árbol cercano y se fue de ahí.

Sam tomó en brazos a la princesa, la envolvió en un abrigo y tras un par de respiraciones tomó aire para soplarle en la cara a Yaerlyk.

Yaerlyk cerró los ojos y pronto su cuerpo empezó a moverse, Sam la sentó y tras varios ataques de tos, el agua fría salía de sus pulmones, dolía un montón, Yaerlyk se puso a llorar y temblaba de forma horrorosa, sintió a Sam abrazarla y susurrarle que todo estaría bien.

Cánticos de cuervos a medianoche [S #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora