Los acuerdos estaban desperdigados por todo lo largo de la mesa, el sonido de las succiones hacía un diminuto eco, mientras una doncella gemía de placer el efecto provocaba que los demás integrantes se abalanzarán contra las mujeres que estaban ahí presente riéndose entre ellas siendo cómplices de su jugueteo.
El rey en su gran silla tenía las piernas abiertas y aun con los pantalones puestos, su doncella favorita le hacía el favor, le forzó la garganta y se corrió llenó de gloria dentro de ella, la doncella se trepó encima de su rey y con gran audacia lo besó sin importarle que sus fluidos estuvieran mezclados con su saliva.
El gabinete presente sólo podía pensar con la entrepierna y cuando hubo terminado la depravada sección, estos embelesados y con el calor en la piel le autorizaron permisos a su rey, porque según a palabras suyas, él sabía lo que ellos de verdad necesitaban.
Si lo que necesitaban era un agujero dónde meter sus miembros, entonces era claro que ningún integrante del gabinete era digno del puesto que llevaba y eso el rey Gregory lo sabía bien, era un precio vulgar que tenía que pagar si quería mantener su estatus; ya era suficiente tener a su hija escabulléndose por los territorios de Salamyel y que de ser por el fuera ya la hubiese mandado lejos, pero tenía miedo de sus pesadillas.
—Mi rey —llamó su doncella para sacarlo de su ensimismamiento.
—Ve a mi habitación, en un momento voy —respondió, mientras ella le daba un pequeño beso y se iba saltando a reunirse con las demás doncellas que reían a carcajada suelta.
—Fue... formidable —dijo el jefe del gabinete extasiado—. Más tarde le haré llegar las propuestas y el modo en el que trabajaremos, Su Majestad.
—Me parece perfecto, tenga un buen viaje de regreso —Se despidió el rey indicándole a Sam que trajera un par de carruajes.
El rey, pese a su inexistente castillo había procurado en mantener lo que lo hacía ser un rey, tenía su caballeriza, tenía todo lo que necesitaba gracias a Sam, su mano derecha, aunque fuese un mayordomo, era impecable en su trabajo, agradecía un montón que el llegase en el momento oportuno a las puertas de la Mansión.
Aún recuerda cuando él y Nadín llegaron a su puerta rogándole que les diera una oportunidad, y después de tantos años no se había equivocado.
El rey Gregory suspiró y miró el paisaje de su reino, era tan diferente antes de la maldición, por años creyó que había sido atacado, pero fueron los sobrevivientes quienes le dijeron que todo comenzó desde el castillo, tuvo miedo, porque cuando todo cambió fue justo cuando perdió a su mujer.
El recuerdo le resulta aplastante, siempre que un pensamiento lo lleva a su recuerdo no tiene más remedio que sacudir la cabeza y ser el rey tirano sin corona que debe ser. A hurtadillas después de entrar a la mansión fue al lugar dónde su difunta esposa permanece guardada bajo manteles blancos ocultando su pasado.
ESTÁS LEYENDO
Cánticos de cuervos a medianoche [S #1]
ParanormalCorroído, lúgubre, abrigado por sus vestidos oscuros y fría neblina donde esconde sus secretos turbios de norte a sur, Salamyel es la morada oscura de quienes se adentran en él. Aquí no hay dioses que te salven de tu cruel destino. Hace muchos años...