Capítulo 8

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La puerta de la mansión se abrió estrepitosamente y los gritos de Yael hicieron eco en su lúgubre interior mientras gritaba por la presencia de Nadín, a esas alturas era la única en la que podía confiar rogando que esta vez si estuviera presente

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La puerta de la mansión se abrió estrepitosamente y los gritos de Yael hicieron eco en su lúgubre interior mientras gritaba por la presencia de Nadín, a esas alturas era la única en la que podía confiar rogando que esta vez si estuviera presente.

—¿Princesa? —preguntó Nadín tras salir corriendo fuera de la cocina al escuchar sus gritos.

Fue entonces cuando reparo en las cinco figuras femeninas que se encontraban ahí, mojadas, temblorosas y con los rostros pálidos.

—Necesito agua caliente en el baño de mi habitación —ordenó mientras subía las escaleras acompañada de una chica de cabello rubio que se veía muy mal.

—La tina está llena, en un momento hago que le suban agua caliente —respondió Nadín a tiempo que veía como las demás le pisaban los talones a Yael.

Kyahel estaba demasiado débil, y eso no le pasó desapercibido a Yael quien intentaba actuar lo más normal posible, sobre todo con su ama de llaves presente, seguramente le preguntaría y sí ella revelaba la verdad, tendría serios problemas con su padre, así que omitió muchos detalles apenas llegó a la mansión.

Todas las demás se apresuraron a sus habitaciones y se quitaron la ropa mojada. Maytheé pronto se dio cuenta que el estar ahí se sentía extraño, miró a Dimanthea mirando fijamente la ventana de aquella enorme y elegante mansión.

—¿Te encuentras bien, Di? —preguntó mientras se secaba el cabello, pero Dimanthea no respondió, se limitó a encender una vela y se metió a la cama sin decir palabra alguna.

Maytheé terminó de hacer su cabello y se fue a la cama junto con Dimanthea y la escuchó llorar. No pudo evitarlo así que la descubrió para preguntarle insistente qué le ocurría, pero Dimanthea sólo negaba con la cabeza diciéndole que tenía miedo, que no había estado bien el hacer eso en un lugar abandonado, hizo alusión a la maldición de Salamyel, y que si las cosas empeoraban seguramente era culpa de ellas.

—No va a pasar nada, seguramente Kyahel se asustó demasiado y la princesa junto con ella, mañana todo estará bien.

Y Di dentro de sí eso quería creer, asintió y ambas decidieron dormir bien cobijadas, después de todo había una tormenta en el exterior y hacía bastante frío.

Veel por su lado sólo le decía a Georgine que todo iba a estar bien, a ese punto Yael les había dicho que cuidaría bien de ella y que cualquier problema les avisaría o llamarían a alguien, aunque Georgine dudaba de lo último, era ya entrada la noche con una fuerte tormenta y no había posibilidades de que alguien llegara a ayudarles.

—¿Crees que ocurrió algo ahí? —preguntó Veel ayudando a Georgine a peinarle su cabello y hacerle una trenza.

—No sé, pero vi la cara de Dimanthea... estaba muy pálida.

—¿Deberíamos ir a preguntarle? —Sugirió Veel más por curiosidad que por preocupación.

—No, mañana hablaremos de ello, pero sí te soy sincera, no creo durar mucho en este lugar.

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⏰ Última actualización: May 25 ⏰

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Cánticos de cuervos a medianoche [S #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora