Uno✓

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Cuando todo parecía que no podía ir peor en la agencia, efectivamente estaban equivocados.

El primero en notarlo fue Atsushi, quien notó la inusual ausencia de cierta persona en el escritorio frente al ventanal. Preguntó a Dazai sobre eso y este lo calmó diciendo que probablemente había ido a tomar un caso.

El segundo que lo noto fue prácticamente toda la agencia, y fue por dos sencillas razones: En primera, la persona faltante siempre — y con siempre me refiero a siempre — hacia un revuelto cuando salía y todos lo notaban. En segunda, si está persona hubiera salido a tomar un caso habría tenido que llevar a alguien consigo, cosa que no pasó pues absolutamente todos se encontraban ahí.

Había un silencio muy aterrador que duró unos pocos segundos.

Fue interrumpido con una persona pateando la puerta abierta y gritando:

—¡Me muero de hambre!

Para acto seguido seguir hacia el escritorio ajeno frente al ventanal y husmear entre los cajones, encontrando un montón de dulces de su gusto.

Sabía que todos lo miraban raro, pero no tenía intención de detenerse. Incluso se sentó en la silla para más comodidad y de vez en cuando soltaba una risita a causa de la felicidad que tenía por comer caramelos.

Finalmente fue Kunikida quien rompió el incómodo silencio que incluso los menores no pudieron aguantar.

— Ranpo-san... ¿Es usted?

Era bastante obvio, pero a la vez habían muchas dudas en el aire.

La persona sentada en ese escritorio usaba las prendas de Ranpo, pero por alguna razón parecía que le quedaban grandes, como si se hubiera encogido un poco.

Ranpo se vio un poco confundido con el honorífico. Estaba consiente de las edades de todos ahí y aunque había personas de su edad, estaba extrañado del por que el adulto se dirigió de esa manera hacia el.

—Mi nombre es Ranpo Edogawa. Lo soy. ¿Dónde es esto?

Ranpo se levantó de su asiento y se dedicó a caminar alrededor, haciéndose familiar con el lugar y deduciendo algunas cosas en el camino.

Fue algo rápido, caminando de escritorio a escritorio examinando a todos los presentes.

Con solo eso dedujo que esa agencia contaba con ocho empleados, dos secretarias, y un presidente. Que pobre agencia era esa.

El joven sacudió la cabeza y volvió a su escritorio, sacando un paquete de galletas.

—Solo hay 6 empleados aquí. ¿Dónde están los otros dos y el presidente? Sé que las dos secretarias tienen descanso a estas horas, pero ustedes no.

De tres mordidas termino una galleta.

—¿Ranpo-san no lo recuerda?

Fue la pregunta que dió Atsushi al aire, y que Ranpo alcanzó a escuchar.

—¿Recordar que? ¡No tengo idea de que está pasando! Alguien me trajo aquí sin razón alguna aún cuando le insistí que no. Ustedes adultos me siguen llamando por un honorífico erróneo, y para colmo no se porque estoy vistiendo está ropa que no me pertenece.

Al mencionar la ropa, tomo un pliego de su capa y la sacudió, notando un peso dentro de ella. Del bolsillo interior saco los famosos lentes del detective y los miro con desprecio.

—¿Por qué está esto ahí? Yo no uso estas cosas.

Sin más, los aventó sobre el escritorio y retomo su tarea de comer galletas mientras miraba por el ventanal.

Donde Todo Comenzó. [BSD] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora