Siete chicos se ven obligados a guardar el secreto de lo que ocurrió la madrugada del 31 de octubre. Aunque no saben lo que sucedió realmente, aquella noche en la iglesia abandonada donde un asesinato los llevó a formar parte de la lista de sospecho...
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Pasaron dos semanas en las que no se volvió a sacar el tema de Sharlene. Slade seguía desaparecida y ya la policía nos había interrogado de nuevo para iniciar su caso.
Las pesadillas seguían apareciendo, cada una donde me veía a mí misma matando a Charlotte de una manera diferente. Por lo que la mamá de Aila me había estado ayudando en ese tema.
Kora Bae era psicóloga, y luego de la charla que tuvimos aquella madrugada en la cocina, decidí confiar, después de todo, necesitaba desahogarme y ella era la única figura materna que tenía cerca.
Escuchó mis palabras atenta el día en que decidí abrirme a ella, sabe lo de mis padres, lo de Charlotte y de como llegué a la vida de su hija.
Era arriesgado, lo sabía, en cualquier momento podía deshacerse de mí al saber que una desconocida que vive bajo su techo junto a su familia está en peligro y es buscada por unas personas horribles que solo la buscan para hacerle daño.
Pero en ese momento ella me mostró su apoyo, me aseguró que nada me sucedería y que con ellos estaría a salvo. Incluso me compró un celular para que yo no anduviera por ahí incomunicada, me llevó de compras para tener mi propia ropa y no tuviera que tomar prestadas las cosas de su hija. Aila y yo éramos un poco más cercanas, y es que la chica era muy dulce y muy buena persona. Todo parecía bien, la semana iba tranquila, hasta que ella apareció.
Eran las once de la noche cuando Aila entró a la habitación como si hubiese visto un fantasma, supuse que estaba asustada porque se había quedado en la sala maratoneando películas de Halloween, eso fue lo que pensé, pero estaba equivocada.
― ¿Estás bien? ¿Qué sucede?
―Slade...
Ese nombre me paralizó inmediatamente, que ella apareciera traería muchísimos problemas, es decir, bien por ella y su familia que apareció, pero yo no quería ir a la cárcel por mentirle a la policía.
Seguro ya había confesado lo que sucedió esa noche y nos había arrastrado a nosotros con ella.
Pero para mi suerte, no fue así.
Aila me mostró un video en su celular, en el que se encontraba una habitación vacía, pero luego de unos segundos, una persona apareció en la cámara arrastrando por los pies un cuerpo.
¿Entonces Slade estaba muerta?
El video se ponía más retorcido cuando la persona esposó a la rubia a un tubo que se encontraba en la pared, luego tomó entre sus manos un cuchillo y entonces alguien tapó el lente de la cámara.
El resto del video estuvo negro y solo se escuchaban los gritos de Slade.
Los nervios aparecieron nuevamente porque ella estaba en peligro, estaba viva, y yo sabía donde estaba.
Retrocedí nuevamente el video para analizar el lugar, fue entonces que me di cuenta de las cajas que estaban tiradas en el suelo junto a un estante de metal.