Capítulo ocho

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"El diario"

La sangre de Draco estaba hirviendo. Paso, nuevamente, toda la noche en vela, tratando de unir los puntos, de saber qué había hecho su padre, tratando de descifrar la forma en la que había logrado abrir esa cámara, porque Draco no era un idiota. Por lo menos ya no.

La ingenuidad la perdió hace mucho tiempo, y la lealtad a su familia hace aún más tiempo. Sabe que es su padre, y sabe que Dobby está protegiendo a la persona en la que él cree. Un elfo tenía más convicciones y ganas de apoyar a lo que cree correcto que la mitad del mundo mágico, era algo ridículo.

Su capa ondeaba a cada paso que daba, su mirada de muerte le daba un paso inmediato y casi limpio en su avanzar, nadie parecía estar ni remotamente interesado en interponerse a la pequeña serpiente iracunda.

Necesitaba espacio, tiempo. Soledad, por sobre todas las cosas.

Y aunque su pecho dolió al decirle a Harry que lo dejara solo, tenía que hacerlo. No estaba molesto, per se, seria hipócrita estarlo, pero realmente necesitaba despejar su cabeza, y con el elegido a cuestas no podría. La preocupación lo carcomía cada que estaban juntos.

Había pasado dos semanas desde que escuchó sobre Dobby llegando en las noches a advertir a Harry, desde que Creevey había sido encontrado petrificado, pero seguía sin poder lograr entender qué había llegado al colegio, ¿Qué había de diferente este año?, ¿Qué había pasado antes, la primera vez que lo vivió?

"Crabbe y Goyle actuando raro..." pensó, pero frunció las cejas casi en automático, ellos no podían ser. Estaban muy alejados de la familia Peverell o los Gaunt, además de que si fueran ellos, tendrían que haberlo hecho antes, no tiene sentido. Sus amigos no podían tener nada que ver, además de la obviedad de su primera vida, no tendría sentido.

Apretó los dientes, su mandíbula tensándose casi dolorosamente. Vio la puerta del comedor, y suspiró con impaciencia. Había pasado toda la mañana alejado de los tumultos, dejando a sus amigos desconcertados.

"No, espera..." se detuvo casi con violencia, causando que todos lo miraran aún más. Estaban entre perturbados y curiosos, Draco les envió una mirada sucia, llena de molestia y luego volvió a caminar, pero con mucha más calma. "Harry dijo algo sobre Ron y Hermione queriendo usar la poción multijugos." Chasqueó la lengua, entendiendo el tema.

Habían sospechado de él en el pasado.

No podía culparlos, ¿o podía? Eran dos personas criados por muggles y el otro era un completo ignorante de las cosas más banales del mundo mágico antiguo, claro que nadie se podría a investigar o tendría siquiera en cuenta la historia de las familias más antiguas.

Entro al comedor, encontrándose inmediatamente con la vista de un Harry casi taciturno, empujando su comida con el tenedor. Las otras serpientes de su grado levantaron la cabeza inmediatamente al oír pasos, sonriéndole casi con alivio. Suspiró, cansino, antes de sentarse con elegancia junto a Harry.

—Provecho. —dijo, como saludo, acomodando su mano en la espalda del moreno, que lo miró casi de inmediato. Le sonrió con calma, apenas curvando las comisuras de sus labios—. Come, Potter. Lo necesitaras.

El chico asintió, comenzando a degustar realmente su plato. El rubio miro por sobre las cabezas de todos los alumnos, detalló a todos y cada uno, buscando alguna idea, alguna pista.

¿Había algún apellido que se le había escapado?, ¿sería realmente un estudiante de primer año el que abrió la cámara de los secretos?, ¿y qué había en ella?, ¿Qué era tan peligroso, tan oscuro, que ni siquiera Dumbledore conocía?

Go back in time: Segundo año.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora