Capítulo seis

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"La gata de Filch."

Con la llegada de octubre vino la ola de frío, se extendió por todo Hogwarts y se asentó en sus paredes de piedra. Las gotas de lluvia acompañó a los alumnos durante días y días, haciendo que los riachuelos abundaran por las zonas más verdes del castillo, estas dos situaciones climáticas causó que una epidemia de catarro atacara a Hogwarts. Ron le había advertido a Harry que se mantuviera alejado de su hermana para no terminar contagiado, no importa cuán molesta fuese ella mirándolo.

Draco y Ron habían estado especialmente molestos con respecto al aumento de fanáticos de Harry. Siempre rondándolo de una u otra forma, y aunque era irritante oírlos, el pelinegro le resultó entrañable lo bien que se podían llevar ambos, y hasta la facilidad con la que se entendían cuando se trataba de hacer un comentario inteligente o burlón. Harry estaba feliz con la amistad que estaban formando.

Los entrenamientos de Quidditch se pasaron para las primeras horas de la tarde, unos cuantos hechizos impermeables y de secado rápido les habían facilitado el tiempo. Harry se sentía un poco mal por los jugadores de Gryffindor, ya que Fred y George no paraban de quejarse sobre lo ridículo que era Oliver al levantarlos al alba para escuchar dos horas de conferencia y luego comenzar a entrenar hasta las primeras horas de clases. Aseguraban que era un nuevo tipo de tortura y que pronto encontrarían la forma de deshacerse de él por unas semanas y así todos dormirían en paz.

Los gemelos estaban sospechosamente más cerca de Draco últimamente, quien siempre lo despedía con una sonrisa traviesa cuando preguntaba. Unas cuantas travesuras a los Gryffindors no estaba del todo mal, y así no se perdían las costumbres.

La cuestión con esto es que Harry a veces terminaba paseando solo. No porque no tuviese quien fuera con él, pero a veces solo necesitaba silencio y aunque las serpientes eran tranquilas, el único que parecía poder manejar plenamente sus silencios prolongados cuando necesitaba estirar las piernas, era Draco.

Así terminó por toparse varias veces con Nick casi decapitado, el fantasma había estado nervioso por una petición que envió a uno de los grupos más importantes y grandes entre los fantasmas, palabras del hombre no de Harry, el Club de Cazadores Sin Cabeza. Y ese parecía ser el día de la respuesta oficial, sin embargo Harry se sintió un poco decepcionado cuando escucho lo que dijo el hombre.

Aunque en el fondo tenía sentido, si no podía separar su cabeza de su cuello, no tenía forma de participar en esas actividades, sin embargo, no le dijo nada de eso, pero en cambio obtuvo una peculiar invitación.

— ¿Los fantasmas celebran su fecha de muerte? —Preguntó Ron, arrugando la nariz en confusión—. ¿Por qué harías eso? Me suena a aburrimiento mortal.

— ¡Yo digo que será fascinante! —exclamó Hermione, cerrando de golpe su libro. Estaban los cinco reunidos en la biblioteca, terminando algunas tareas. Neville asintió levemente, aunque se vea demasiado pálido para creerle.

Draco no comentó nada, por lo que Harry buscó su mirada. El rubio solo se encogió de hombros en respuesta. No le interesaba en lo absoluto la fiesta, realmente prefería estar en cualquier otro sitio en vez de fingir interés en fantasmas de otras casas. Además... la muerte no es un buen tema para él.

—Se lo prometiste tú, Potter. —Le recordó burlón Draco, negando rotundamente con la cabeza cuando lo vio con intenciones de insistir en el tema—. Iras, como un buen Lord, y cumplirás tus palabras; pero ni pienses en arrastrarme a esa tortura medieval del aburrimiento puro. Los fantasmas son raros, y muy diferentes a lo que a mi vida respecta.

El tema se cerró no mucho después de eso, aunque las quejas no tardaron en subir. Draco no les dio una segunda mirada, más que entretenido con su libro de runas antiguas. Harry se rindió, pero por lo menos había logrado que Hermione y Ron accedieran a ir con él.

Go back in time: Segundo año.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora