Alan miró a Carlos con algo de temor y duda.
—¿por qué harás eso?, —Carlos limpió el semen de Alan que estaba dejándolos con comezón y pegados, -—oy el alfa Alan, yo siempre debo tener mis papeles en orden, pues como tú mismo has visto mi posición expone bastante mi vida junto con mi seguridad y cómo voy a presentarte como mi pareja, Alan todo debe ser legal. Mis seguros de vida serán para ti, así como también tendremos que hacer un contrato con la manada en donde se estipule tu participación en esta.
Alan por fin empezaba a ser consciente del paso que estaba dando con Carlos Montero. Un paso muy importante que incluía un fuerte lazo y compromiso con la manada.
Carlos era la manada, así funcionaba esa relación simbiótica en donde todos se beneficiarían.
El cuerpo pegado a Carlos se insinuó blandiendo una poderosa erección que se restregaba entre las redondas nalgas de Alan quien adormilado sonrió al sentir la necesidad del cuerpo de Carlos.
—Mmmmmm, buenos días. Alan empujó su trasero hasta la polla de Carlos, y este hundió la cara en el cuello del joven, aspirando su aroma; —buenos días, —la mano de Carlos cayó hasta la erección de Alan la cual empezó a frotar sin piedad, sintiendo como se hinchaba aún más en su mano y de paso se humedecía, logrando que su boca se hiciera agua por probarlo.
Carlos estiró el brazo para alcanzar el lubricante y esta vez no usaría preservativo, ya que quería dejar su semen en Alan y de esa manera sentir que marcaba al hombre como suyo, empuñando su erección, Carlos dirigió su goteante cabeza en la aún dilatada entrada de su pareja pues toda la noche estuvieron descubriéndose y amándose.
Alan se colocó sobre manos y rodillas, mientras Carlos se sumergía en el cálido interior, ambos hombres se estremecieron al sentir la invasión. Los gemidos de Alan solamente dispararon el sentimiento de posesión de Carlos y como hombre su único interés era marcar a Alan como suyo. —Más, —exigía Alan mientras Carlos gruñía de solo estar enterrado hasta las pelotas dentro de su joven amante, unos empujones y jalones más y ambos se derramaron en un intenso orgasmo cuyo aroma se esparció en el aire.
Carlos se acomodó detrás de Alan envolviendo a este en sus brazos, —tenemos unos minutos para descansar, hoy es un día ocupado en la empresa y por la noche iremos al cubil para hablar con la manada.
Alan se apretó más en el cuerpo de Carlos. —Yo solo espero que no surja algo que nos impida estar juntos.
Carlos sonrió, —¿Algo como mi verdadera pareja destinado a mí desde antes de que existiéramos?, —Alan lo fulminó con la mirada captando el brillo burlón de Carlos quien lo abrazó más fuerte. —Shhhhh, ya, no te enojes, me gusta molestarte cuando piensas en tus historias, —Alan suspiró frustrado. —En serio me da miedo que las cosas no sean tan fáciles como parecen, Carlos besó la cabeza de Alan en un intento de calmarlo, —mira Alan, si la manada no está de acuerdo es simple, yo dejo el puesto y otro lo reclamará, pero no tendrían por qué, puesto que todo está en orden y ahora duérmete o te va a explotar el cerebro.
Lucio y Benjamín estaban presentes en la reunión en el cubil, ellos acudieron para dar su fiel apoyo a su alfa y a su pareja, alrededor de la mesa redonda estaban situados los integrantes de la manada que ansiosos veían a su alfa y a Alan, y en muchos pares de ojos se podía ver la certeza del motivo de aquella reunión.
—Bien les agradezco que se reúnan conmigo, les agradezco que ustedes estén aquí acompañándonos, la mano de Carlos se posó sobre el hombro de Alan en un signo inequívoco de propiedad; —estamos aquí para anunciarles que Alan Ojeda y yo hemos decidido ser pareja, la mirada de Carlos recorrió a los presentes que no mostraron signo alguno de enojo o incomodidad, solamente quiero hacerles saber que si ustedes consideran un contrato para estipular las funciones y límites de mi pareja pues están en su justo derecho.
Los murmullos se diseminaron por la sala. Alan sentía su cuerpo temblar por la expectación, hasta que un hombre mayor se levantó y habló. —Jefe Montero, no veo impedimento alguno por que el muchacho Ojeda sea su pareja, —el hombre cambió su postura depositando su peso en el píe derecho, —al contrario, nos alegramos por usted, los asistentes asintieron mientras sonrientes veían a la pareja, —en cuanto al contrato, —el hombre mayor se pasó los dedos por los cabellos canosos, —usted mejor que cualquiera de aquí está capacitado para darle a su pareja el lugar y límites que le corresponden.
Carlos asintió agradecido, mientras los asistentes se paraban para abrazar a la pareja y desearles una buena vida juntos, lo mismo a Lucio y a Benjamín que ya lideraban la manada de Guillen.
Una vez en el carro Alan leía incrédulo el contrato que se había redactado por Carlos en donde se le daba autoridad plena en caso de Carlos estar fuera por cualquier razón y la manada estaba obligada a obedecerlo, también fijaban el plazo de tres años para adoptar a un niño de la manada y educarlo para que sea el próximo líder.
Alan no esperaba eso, pero no discutió pues sabía que era lo menos que podía Carlos pedir y a él no le molestaba la idea de ser papá, más bien como que no se la había planteado.
—¿Estas feliz?, Carlos besó la coronilla de Alan quien estaba recargado en su hombro mientras conducían a casa.
—Estoy sorprendido y feliz. Nunca pensé que me aceptarían tan fácil, Alan suspiró y besó a su compañero, solo unos cuentos besos antes de hablar.
—Te aceptan porque eres amable Alan, porque nunca usurpaste un lugar y porque te amo,
Alan sonrió al ser besado.
Ahora su hogar estaba en aquella ciudad utópica en donde criaría una familia, sonrió con añoranza mientras se acomodaba en su asiento.
Criaría una familia y se aseguraría de hacerla feliz, se aseguraría de criar al siguiente Alfa tan imponente como su padre y se aseguraría de que los tres fueran felices el resto de sus vidas por esta manada.
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Mi Querido Alfa
WerwolfPrimera historia de Lycans... Alan Ojeda estudiante de economía ha salido de paseo por los alrededores de la pequeña ciudad en donde ha acudido para hacer sus prácticas en empresas metalúrgicas Montero, cuando de pronto queda atrapado entre una luch...