Ni luna, ni omega, ni mate, simplemente un amante

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—Creo que es hora de que vuelva a casa, —Alan observaba como Carlos comía gustoso otro plato de pastel de carne, —¿por qué quieres irte?, —el hambriento alfa deseaba postergar aquella plática, pero sabía que era imposible, —Alan se aclaró la garganta, era muy obvio que estaba mucho mejor y que para esas alturas lo prudente y socialmente aceptable sería regresar a casa tranquilamente, — bueno yo puedo moverme libremente, ya no necesito la silla de ruedas, o las muletas, estoy mejor, —Carlos lo miraba de mala gana, —a demás usted necesita su espacio, —Carlos suspiró, en otro tiempo él hubiera celebrado esa decisión, pero ahora parecía un condenado a muerte escuchando el día de su ejecución, —yo creo que deberías considerar el venir a vivir conmigo, —Alan casi se atraganta al oír aquella propuesta, —señor Montero, —Carlos, —corrigió el atractivo alfa, —Alan suspiró frustrado, pues no quería apegarse más al guapo hombre, —Carlos, —repitió Alan de mala gana y con desconfianza afilada en su tono, —me estás proponiendo que venga a vivir contigo, pero ¿a cambio de qué?, —Carlos tensó la mandíbula, pensando en no ser tan obvio aunque a estas alturas poco le importaba si el chico le proponía matrimonio o ser su querido, —bueno por desgracia me he mal acostumbrado a la compañía humana y creo que no eres entrometido, —Alan pudo tomarse mal aquella afirmación, pero empezaba a conocer al terco y agrio hombre, —bueno, teniendo en cuenta lo amable y cálido que eres, podría considerar quedarme, pero me gustaría pagar por una renta, —Carlos lo miró, y sonrió de lado, —mejor prepara la cena y asísteme con los pendientes y llamadas que surjan durante las horas que salgo a patrullar con la manada, — Alan sonrió, estaba muy seguro de que el Alfa no quería dejarlo ir ingeniándose un plan bastante malo para retenerlo, pero era muy orgulloso para poder admitirlo, —hecho, —Alan extendió la blanca y pequeña mano que para nada pasaría por delicada con aquellos dedos algo nudosos y venas saltadas, —Carlos apreció esa calidez con la cual se sentía cómodo. —Bien entonces puedes traer el resto de tus cosas para que te instales, y le avisaré a Silvia, —Alan continuó comiendo, —yo creo que estoy listo para regresar al trabajo, y he llamado a Nicolás, ——Carlos no estaba tan seguro de que el muchacho estuviera listo como afirmaba pero tampoco quería mantenerlo cautivo, —está bien si tú ya estás listo para regresar, pero si sientes alguna molestia házmelo saber y de inmediato regresas a descansar, —Alan se sintió bien, pues no era común que el alfa sea tan sociable, y las muestras de preocupación hicieron sentir especial a Alan, quien poco a poco dejaba ir un pedacito de su corazón al concebir algo nuevo por el Carlos.

El regreso al trabajo fue algo agradable, sus compañeros rápidamente le recibieron efusivos y emocionados, también le facilitaron muchas de las tareas que Alan tenía. Sin embargo, estaba satisfecho por estar rodeado de gente que sin conocerle le aceptaron de forma tan natural. Después de cierto rato Alan vio que la oficina había cierto caos, —¿qué es lo que sucede?, —preguntó Alan a una de las chicas que estaban reunidas cotilleando, —la joven sonrió algo preocupada, — parece que el señor Montero acaba de recibir un desagradable desafío por parte de una de las manadas que te atacaron, —Alan sintió un vacío en su interior, no esperaba que aquellas amenazas dejaran de ser solamente palabras, rápido caminó hasta la oficina de Carlos y ahí vio a un grupo de grandes y fornidos tipos, y a Irma quien parecía una niña en una tienda de dulces, revoloteando alrededor de los atractivos hombres, —puedo hablar con el señor Montero, —Alan apoyó las dos manos en el escritorio de la asistente quien lo miró de manera despectiva, —el señor Montero está muy ocupado, —la forma en la que lo dijo le hizo saber a Alan que ella tenía cierta confianza con Carlos, y si el joven analizaba su relación, pues no podría decir algo coherente que le de la autoridad para acercarse al Alfa, —bueno soy Alan Ojeda y... — Lucio volteó a ver al joven delgado ahí parado, — déjalo pasar Irma, —Alan volteó a ver al Beta, y agradeció a este con un suave asentimiento de cabeza, —Irma de mala gana dejó pasar a Alan, quien al ver a Carlos recostado en el sillón de piel se acercó con sigilo hasta él, —señor Montero, —Alan rozó suavemente el brazo de Carlos el cual le cubría los ojos, —dime Alan, —la voz áspera y severa de Carlos hizo sonreír a Alan al darse cuenta que el alfa reconocía su voz, —yo sólo venía a ver cómo estaba usted, —Carlos retiró un poco su brazo solamente para poder ver a Alan ahí parado con esa mirada de preocupación, —estoy bien, la humana Irma reaccionó rápido para que el viejo Alfa no me ataque seriamente, llamando rápido a Lucio, —Alan sonrió, —tu amante Irma, no seas tan despectivo llamándole humana mientras no la follas, —Carlos sonrió ante el mordaz comentario de Alan, el tipo le gustaba, era directo y no se portaba como una damisela herida, —espérame cuando sea la hora de la salida, —Alan sonrió de lado, claro sólo que creo que tú tendrás que esperarme, pues tengo varios pendientes atrasados y en este justo momento me estoy atrasando más, —Alan sonrió y se retiró del todo el brazo, dejando ver un ojo morado y cerrado por la inflamación, —¡ay carajo!, Alan casi brincó al ver el daño, —oye tranquilo en un momento tomaré algo para que se empiece a desinflamar, —Alan sonrió burlón, —¿o sea que es también otro mito eso de que los Lycans se regeneran con suma rapidez?, —Carlos sonrió con buen ánimo, —o sea que es mentira eso de que los humanos se casan con príncipes azules, —dijo burlón Carlos, —Alan rio suavemente, —supongo que hemos fantaseado bastante ya, —Alan se despidió de Carlos, acordando verse a la hora de la salida, —al salir de la oficina Alan pudo sentir las miradas hostiles de Irma que parecía quemarle, y las de la manada que lo miraban con demasiada curiosidad.

Mi Querido AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora