Accidentalmente en mi vida

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Carlos llegó hasta donde habían estado los jóvenes, y de inmediato lanzó un aullido de alerta enviando la ubicación de la manada, avisando que había encontrado a un niño muerto por el ataque y a un herido, un hombre joven que se quejaba débilmente.

El lobo se acercó hasta el cuerpo lleno de sangre, tierra y hojas. Con cuidado lo olfateo y acercó su hocico hasta la maltrecha cara del muchacho, viendo que este tenía el rostro lleno de suciedad y probablemente tendría alguna herida o contusión producto de la pelea, por el estado del cuerpo era difícil decir si era miembro de alguno de esos dos grupos o era algún pobre imbécil que se había cruzado en el camino de aquellos gamberros, lo que sí pudo determinar era que el hombre estaba inconsciente y que estaba perdiendo mucha sangre. Rápidamente Carlos sacudió su cuerpo y se transformó, lo primero era llevar a ese tipo al hospital, y después obtendría respuestas.

A lo lejos escuchó los aullidos que le indicaban que habían atrapado a las dos manadas agresivas e invasoras y que estos serían llevados ante las autoridades y determinar quién había sido el responsable de semejante atrocidad, si este hombre sobrevivía sería un testigo importante para poder poner a esos rufianes tras las rejas, Carlos haría que paguen por esa muerte.

—Señor Montero, —el médico bajito habló con calma, —hemos parado el sangrado suturando la herida del hombro, del cuello y del tobillo, —Carlos miraba con esos ojos profundos al doctor que con serenidad y seguridad explicaba el procedimiento realizado para ayudar a Alan a estabilizarlo.

—¿Cuánto tiempo permanecerá en el hospital? —el médico sonrió optimista, —bueno, pasará la noche en observación y esperamos que en la mañana pase a su cuarto, y en dos días usted puede llevarse al joven Ojeda pero será necesario que permanezca en absoluto reposo, ya que las heridas se pueden abrir, principalmente la del hombro que es la más grande y profunda, Carlos asintió mientras el médico le daba indicaciones para que pudiera tener a Alan cómodo.

Lo llevaría a su casa, después de todo había sido su responsabilidad que el chico resultara herido, ya que no había vigilancia permanente en el bosque para patrullar las zonas extensas en donde pocos humanos podían tener acceso, por lo agreste de la zona.

Mientras lo llevaba al hospital había visto en su billetera su identificación, también vio una tarjeta de estacionamiento para empleados de su empresa metalúrgica, así que, aunque no recordaba haberlo visto por ahí, rápidamente asumió que era parte del personal recién contratado, lo que justificaba y explicaba la falta de cuidado y precaución para adentrarse en la zona tan densa y alejada.

—Mañana por la mañana vendré para hacerme cargo de los trámites para la salida del joven Ojeda, anunció Carlos a la recepcionista que era una mujer mayor, —¿atraparon a los atacantes señor Montero?, —la mujer preguntó, mostrando verdadero pesar por la tragedia que ahora se cernía sobre la ciudad, a pesar de que ningún muchacho de los que participaron eran de la manada de Montero.

Carlos asintió, —los demás los atraparon y llevaron a las autoridades, mañana debo pasar con el comandante para saber que ha sucedido. —Carlos trataba de tranquilizar a la mujer. Y es que para todos los pobladores era conocido que Lycans jóvenes de otras manadas estaban haciendo desmanes en los alrededores, pero también la población confiaba en el liderazgo y cuidado de su Alfa.

La mujer sonrió satisfecha, —vaya tranquilo señor Montero, cuando regrese, su paciente y los trámites estarán listos, Carlos asintió agradecido y salió del hospital, mientras se dirigía al estacionamiento llamó a su beta, —¿Lucio cómo ha salido todo?, —recibiendo los pormenores de su segundo al mando se dirigió a su cabaña para preparar la habitación en donde se alojaría Alan.

Carlos no había vuelto a ver al muchacho una vez que ingresó a urgencias y debía avisar a Damián el jefe del personal, para que esté al pendiente de las faltas justificadas del joven, también consideraba la posibilidad de avisar al alfa supremo Adolfo Osorio Blanco, decidió que por el momento sería prudente dar aviso pero conservar su autonomía de alfa para ejecutar la ley de su ciudad, para con los agresores, ya que invadieron su territorio.

Mi Querido AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora