The Boys

Lazos

The Boys
Por: Kirari Ai

Capítulo 1
Lazos

La suave brisa veraniega rozaba mi piel. Escuchaba a los pájaros cantar y la luz del sol calaba en mi cara por unos segundos en un sitio y luego en otro, debido a la sombra cambiante de las hojas de los árboles.
Me encantaba tener un momento a solas cada vez que salíamos de casería y me gustaba más descansar en el verde pasto de las praderas.
-¡Princesa! ¡Princesa!
Esa sin duda era la voz de mi Escudero, Rokhyun, que se aproximaba a mí.
-Te he dicho muchas veces que me llames príncipe-. Dije, mientras me incorporaba y tomaba mis armas. -Príncipe Yoona...
-P-pero, señorita, a su padre no le gusta el título que usted misma se ha dado-.Dijo él, con timidez en su voz.
-Cierto. Pero él no está aquí...-Lo miré a la expectativa de que me obedeciera. Dudó unos segundos, pero finalmente me complació.
-Príncipe Yoona,-Sonreí.-Los cazadores terminaron su trabajo y se están preparando para volver al palacio.
Encaminé mis pasos en dirección a donde mis cazadores estaban y un grito se escuchó segundos después.
-¡Se soltó! ¡Se soltó!
Los ruidos de sorpresa y exaltación no se hicieron esperar.

Corrí rápidamente por la pradera y al llegar al claro donde los demás estaban, pude contemplar la escena.
Un jabalí de tamaño considerable intentaba atacar a mis hombres. Habían bajado la guardia y dejado sus instrumentos de caza lejos de ellos. Por lo que estaban a merced del animal.
Solté un chiflido y llamé a mi caballo. No tardó en llegar y yo tampoco en montar su lomo. Golpeé sus costados con mis pies y le ordené ir al centro de la carambola.

La bestia tenía acorralados a los hombres. Me detuve en seco frente a él y lo sorprendí, por lo que se distrajo un segundo y uno de los cazadores corrió en dirección a las armas, mientras que los otros huían a la seguridad de los árboles.
El gran cerdo puso su atención sobre el valiente lacayo y trató de envestirlo, pero detuve su ataque con el cuerpo de mi corcel, provocando que éste cayera y yo con él.
Ahora estaba a disposición del jabalí. Miré al animal un instante, antes de que dejara caer toda su fuerza sobre mí. Rodé tan pronto como pude y logré esquivarlo.
Me apoyé sobre una rodilla y tomé mi arco y flecha. La bestia dio media vuelta, listo para tratar de lastimarme de nuevo. Hábilmente coloqué la flecha en el arco y apunté directo a la cabeza. Lancé el instrumento, pero no tuvo efecto, pues la distancia entre ambos no era suficiente para lograrlo. Debía dejar que se acercara y tratar nuevamente.
La bestia corrió con toda su masa corporal hacia mí.
Intenté tomar mi última flecha, pero mi mano no la encontraba en la funda. El cerdo se acercaba cada vez más.
Finalmente agarré lo que buscaba y la acomodé en mi arco.
¡El Jabalí estaba demasiado cerca!
Disparé sin apuntar y logré herirlo en una de sus patas, provocando que cayera y derrapara en mi dirección. Me hice a un lado con una voltereta antes de que me lastimara.

El animal chillaba en el piso y el cazador que había ido por las armas se aproximó a él, portando una espada que usó para acabar con su miseria.
-¡Príncipe! ¿Se encuentra bien?- Preguntó Rokhyun, corriendo en mi dirección.
-Sí...-Respondí con sumo cansancio.- Gracias...- Le sonreí al cazador que me había ayudado.-¡Eso es lo que deben hacer en lugar de huir como niñitas asustadas!- Les grité a los otros.-¡Rokhyun!
-¿¡S-sí!?- Preguntó, poniéndose en firmes y algo asustado.
-Quiero que consigas al mejor cazador de la zona y que lo pongas a entrenar a estas nenas, a ver si aprenden a no mojar sus pantalones-. Los miré molesta y luego monté de nuevo mi caballo, que había sido traído de vuelta a mí por mi Escudero.-¡Vámonos!- Ordené.

El castillo de mi padre estaba edificado en lo alto de una montaña. Alrededor de otras muchas que rodeaban un lago. El blanco palacio le daba la espalda al cuerpo de agua. La construcción poseía 7 Torres de diferentes tamaños y alturas. Un centenar de ventanas permitían el acceso a la luz y el muro de entrada poseía el color de los ladrillos.
Yo iba al frente de mis hombres, mientras ellos transportaban nuestros premios con pieles.
La gran entrada nos fue abierta por quienes la custodiaban y luego de pasar por el amplísimo y blanco patio, me desmonté de mi caballo y entré al castillo.
-¡Princesa!- Me llamó mi dama de compañía, Hyorin.
-Príncipe-. La corregí y le di mis armas.
-Pri-príncipe...
-¿Qué sucede?
-Su padre solicita verla. Está en el salón principal.
-Gracias, Hyorin. Voy para allá.