The Boys

Frente a la playa

The Boys
Por: Kirari Ai

Capítulo 7
Frente a la playa.

La pequeña Suzy, de 6 años, se encontraba jugando en el jardín de su castillo. Tenía en sus manos dos muñecos de madera, un príncipe y una princesa; los cuales hacia saltar sobre el filo de un barandal que apenas alcanzaba. Hacia un fuerte viento y Su pequeña Shi Tzu, quien estrenaba listón en la cabeza, la acompañaba.
-¡Princesa! ¡He venido a pedir su mano en matrimonio!- Hizo hablar a su juguete masculino.-¡Príncipe, me halaga! ¡Por supuesto que seré su esposa!- Respondió con voz más aguda por su muñeca.-¡Entonces que se haga la boda está misma no...!
Las lindas y torpes manos de la princesita de carne y hueso dejaron caer al príncipe de juguete. La pelinegra se apoyó sobre el barandal y vio desplomarse al muñeco en el suelo. Asustada, bajó de prisa las escaleras y se aproximó al juguete. Descubrió que el golpe había provocado el rompimiento de su pierna y su cabeza. La pequeña comenzó a llorar.
La princesa Yoona, que tenía 10 años y estaba de visita en el palacio de la otra, escuchó el llanto y corrió al encuentro de Suzy para saber qué pasaba.
-¿Suzy, qué ocurre?
-¡Se rompió!- Explicó la susodicha sollozando y cubriendo sus ojos. La mayor divisó el muñeco, a la par que la perrita lo olisqueaba, y comprendió.
-¡Oh, tu príncipe!
-¡Ya no funcionará!
-¡Claro que sí! Sólo hay que curarlo-. Yoona tomó el juguete entre sus manos, sólo para darse cuenta de que la madera se había roto en muchos pequeños fragmentos, los cuales sería realmente difícil volver a unir-. O...quizás no-.Al oír esto, la princesa del lugar lloró aún más fuerte.-¡No llores, no llores!
-¡Yo quiero a mi príncipe!- Exclamó triste la pequeña.
-Yo...¡Yo seré tu príncipe!- Soltó la mayor, pues había sido lo primero que se le había ocurrido. Suzy paró su llanto abruptamente y miró con interés y confusión a Yoona.
-¿Tú serás mi príncipe? Pero eres una chica. ¿Cómo puede una chica ser un príncipe?
-¡Porque yo lo digo! ¡Seré tu príncipe y te protegeré!
La pelinegra no parecía muy segura.
-Los príncipes se casan con princesas...entonces...si tú te vuelves un príncipe...¿podríamos casarnos?
-¡Claro! ¡Me convertiré en un príncipe para casarnos! ¡Así podré cuidar de ti siempre!
-¿¡Lo prometes!?- Preguntó sonriendo ampliamente la pequeña.
-¡Lo prometo!
Suzy se emocionó y saltó a los brazos de la mayor, quien compartía su alegría. En ese momento, el listón del can se desprendió de esta y voló por los aires. Yoona depositó a la princesa del palacio en el suelo y corrió por él.

El objeto de tela se detuvo no muy lejos, en el suelo y la mayor se agachó por él. Al agarrarlo, ya no tenía 10 años, volvía a su edad actual y antes de poder alzar la mirada, unos pies blancos y demacrados, manchados de rojo aparecieron frente a su vista. Cuando miró hacia arriba, lo que vio la aterrorizó. Era Suzy, quien también volvía a tener su edad. Estaba cubierta de sangre, tenía una bata blanca y su piel, del mismo tono, poseía cientos de puntos rojos desde dónde escurría el líquido vital. Estaba irreconocible y las lágrimas corrían por sus mejillas.
-Prometiste que me protegerías...- Dijo apenas de forma audible la aparición.- Mentiste...
Súbitamente la magullada Suzy se esfumó y en su lugar, una criatura de terror, con manos larguísimas y cuerpo huesudo se lanzó sobre Yoona, haciendo que miles de mariposas, que también habían aparecido de pronto, volaran alrededor.

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Desperté empapada en sudor y más que agitada. Mi respiración se había acelerado y la oscuridad me hizo sentir un gran temor. Segundos después espabilé y recordé dónde estaba. Me tranquilicé un poco y suspiré, a la par que recargaba mi hombro en mi rodilla y posaba mi cabeza en una mano.
¡Marina! ¡Seguramente la había despertado!
Miré al lado para verificarlo. Pero la pelirroja no estaba ahí, tan sólo su espacio vacío. Entrecerré mis ojos para buscarla por la habitación, sin encontrarla. Tal vez estaba en el baño.
-¿Marina?- La llamé.
¿A dónde habría ido?
Algo blanco llamó mi atención a una ventana. Era una hermosa mariposa del color de la luna, me puse un poco a la defensiva al recordar mi sueño; pero ese insecto no se parecía a los que había soñado, esos poseían alas negras con puntas amarillas.
La mariposa voló en medio de la noche y la perdí de vista.
Me sentía intranquila, incomoda, impaciente, atrapada. Debía hacer lo que aquel insecto, salir de ahí.
Caminé silenciosamente por los pasillos del palacio, asegurándome de no despertar a nadie. Me asombré por las decoraciones que ya adornaban la mayoría del lugar, a pesar de que no podía verlas muy bien, parecían hermosas. Había guirnaldas por doquier y larguísimas mesas para banquetes en el salón principal. Sí que se habían apresurado con el trabajo. Al llegar al patio busqué por todos lados una forma de salir. Recordé entonces que, cuando chica, solía jugar al escondite con la difunta familia real en una grieta que usaba de guarida, la cual daba una salida a las afueras del castillo. Recorrí los alrededores hasta que encontré a mi objetivo y pisé el suelo del pueblo durmiente.