No diré que el mundo cambió completamente, pero si los días que siguieron a ese comenzaron a ser diferentes.
Ya no puedo describirlos como monótonos.
A primera hora de la mañana, cuando todos estábamos llegando medio dormidos a los salones, entre al nuestro y sentado justo dos asientos detrás del mío, estabas tu. Me impresioné porque te alejaste completamente del grupito para sentarte en este otro lado, donde casualmente me encontraba yo.
Al verte titubee un poco, pero no me atreví a mantenerte la mirada por más de dos segundos, ni tampoco dije nada cuando me acerque. No habíamos conversado nada sobre cómo actuaríamos al estar en la escuela, pero creo que entendiste mi silencio perfectamente.
Sobretodo porque, aquí va un detalle importante, salías con una de nuestras compañeras. Al menos eso decía el rumor. Y yo realmente prefería no ser parte del drama.
Sin embargo, no te detuviste ahí y tu si te atreviste a saludarme. Por más que fuera vaga en mis respuesta o te ignorara —cosa que fuiste muy claro en quejarte cuando me escribiste por mensaje esa misma tarde—, continuaste haciéndolo, incluso cuando tu novia/cita/andante lo que fuera comenzó a mirarme feo.
No te importaba nada y a pesar de mis advertencias, creo que a mi también dejó de importarme.
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Las mariposas que vuelan entre nosotros
Short StoryCada vez que estamos juntos las siento, las veo. - Parte de la serie de historias cortas "Un jardín de ilusiones"