trece

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     ANAKIN ESTABA SENTADO A MI LADO CUANDO DESPERTÉ, con los brazos cruzados y las cejas levemente levantadas. Pude ver en su expresión que algo le molestaba cuando lo miré a los ojos, pero no supe descifrar la razón. No me quedó otra opción que preguntarle.

     —¿Qué te pasa?—pregunté, y traté de bromear—. ¿Te molesta que me haya despertado?

     —En realidad, sí—contestó. Noté su voz un poco apagada, pero su mirada era la misma de siempre—. Mis últimos minutos de paz y tranquilidad se terminaron.

     —Eres increíble...—le respondí

     Él se encogió de brazos. Si hubiera hablado, estaba segura de que hubiera respondido, "lo sé".

     —Sabes—habló él, mientras que levantaba un objeto con la fuerza, haciendo que girara en el aire—, estoy muy sorprendido que luego de unos días allí, sigas con vida.

     —No los culpes a ellos, hicieron su mejor esfuerzo en tratar de matarme—dije—. Una pena haber arruinado sus planes.

     —Es porque eres una molestia, incluso para ellos—contestó—¿Alguna vez te dije que la sangre en el rostro te queda bien? Te resalta los ojos.

     —¡Ey!—traté de golpearlo pero no llegaba desde la cama hasta su silla.

     —¿Con esos bracitos te defendiste de Grievous?

     —Oh, no sabes de lo que soy capaz con estos bracitos.

     La puerta se abrió y me acomodé en la cama de nuevo. En las últimas semanas, había pasado más tiempo en la enfermería que en toda mi vida. Amara me había amenazado que si volvía a meterme en problemas, ella sería la causante de mis heridas.

     —Entendido—le había respondido, tragando saliva.

     Me informaron que ya podía irme en media hora, cuando terminaran el papeleo, luego de un día y medio allí; pero que no hiciera esfuerzo en los próximos 3 días. Me parecía razonable, pero ya quería volver a la normalidad.

     —Sabes que pasará mañana, ¿no?—me preguntó. Estaba distraída; me di la vuelta y lo miré.

     —No, ¿qué pasa mañana?

     Él sonrió.

     —Anunciarán quién de nosotros será el que ocupará el puesto en el Consejo.

     —¿QUÉ?—exclamé—. ¿Mañana? ¿Tan pronto?

     —Sí, mañana—confirmó él, sonriendo con un notorio tono de burla—. ¿Qué pasa? No me digas que estás asustada por el resultado.

     —¿Yo? ¿Asustada?—bufé—. Ya quisieras. Estoy segura de que quedaré.

     —Yo no estaría tan seguro—contestó, puso las manos sobre su regazo—. Hay personas que creen que lo que hiciste fue heroico. Otras, que tienes ideas suicidas. ¿Por qué opinión crees que se guiarán para tomar la decisión?

     No sabía qué responder al respecto. No me había planteado lo que otros Maestros y Jedi fueran a pensar sobre lo que pasó. Moví las manos un poco con nerviosismo.

     —Pues...—dije, dudando—. No lo sé. Supongo que pondrán en el Consejo a la chica que salvó al Elegido.

     —¿Por qué poner a la chica que salvó al Elegido, cuando puedes tener al Elegido?

     —Si van a hablar mal de ti, no querrán tenerte enfrente, ¿no?

     —Ellos no hablan mal de mí—se cruzó de brazos. Luego agregó—¿Y tú qué sabes de eso?

     —No revelo mis fuentes.

     —Tienes una única fuente, no es muy difícil de adivinar.

     Me apoyé contra la cama de golpe, que me hizo gemir de dolor.

     —Auch...—murmuré

     —¿Qué pasa?

     —Nada, nada, es que...me duele un poco la espalda cuando me apoyo—tragué saliva—¿Podrías verla?

     —¿Quieres que te mire la espalda?—preguntó, confundido.

     —Solo un segundo—respondí con rapidez—Me lastimaron ahí, quiero saber qué tan mal está.

     —C-Claro.

     Se levantó de su silla. Me di la vuelta hacia un costado y me levanté un poco la remera.

     Sentí como sus dedos la recorrieron durante unos segundos.

     —Tienes algunas cicatrices—fue lo único que dijo.

    —Oh, ¿están muy mal?

     —No, no está mal—escuché que suspiró—. Yo creo que las cicatrices son lindas—alejó la mano—. Significan que sobreviviste.

     —¿Tú también tienes?—le pregunté

     —Algunas—respondió—Aunque...la mayoría no son visibles—agregó luego de unos segundos.

     Asentí, aunque en un principio no lo había entendido del todo. Salimos de la habitación cuando transcurrió el tiempo. A pesar de haber descansado bastante, no podía esperar a ir a mi habitación a dormir.

    Me despedí de Anakin, puesto que su habitación se encontraba para otro lado. Lo noté extraño, así que lo tomé del brazo para que no se alejara.

     —¿Estás bien?—le pregunté.

     —¿Tú estás bien?—asentí, él ladeó la cabeza—Entonces yo también.

     —¿Tú estás bien?—asentí, él ladeó la cabeza—Entonces yo también

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sᴛᴏʀᴍ • anakin skywalkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora