diecisiete

829 104 14
                                    

17

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

17

     AMARA Y YO CAMINÁBAMOS EN SILENCIO por un sendero de piedra. Todo a nuestro alrededor era verde; los pastizales, las hojas de los árboles, y el agua cristalina hacía que resaltara aún más.

     Llevábamos 3 meses en los cuales íbamos de misión en misión sin detenernos por mucho tiempo. Nuestro último destino era Naboo, ya que Amara debía atender a una negociación en nombre del Consejo y luego, por decisión suya, para continuar con mi entrenamiento. A comparación de los anteriores, el planeta era cálido y no podía quejarme de eso.

     —Naboo es realmente hermoso, ¿no lo crees?—dijo ella. Miré a mi alrededor y asentí con la cabeza, sin darle mucha importancia.

     —¿Cuánto falta para que regresemos al Templo?—pregunte cambiando de tema.

     —¿Tienes algún apuro por regresar?—inquirió.

     —No—respondí con seriedad, con el ceño fruncido—. Ningún apuro, maestra.

     —Bien.

     Unos días después, cuando estaba a punto de amanecer, y mientras Amara supervisaba unos movimientos que hacía, soltó de repente.

     —Creo que pronto estarás lista para rendir las Pruebas Jedi—al escucharla me detuve en seco.

     —¿Tú crees?—pregunté finalmente.

     —Si—afirmó ella.

     —¿Y cuándo es pronto?

     —No lo sé, quizá de aquí a un año, ya seas nombrada Caballero Jedi.

     —Genial.

     Amara me observó durante unos segundos en silencio, mientras continuaba. Noté que todavía no había terminado; tragaba saliva con nerviosismo y noté que había algo más que quería decirme, pero continúe como si nada pasara.

     —Venus, escucha—me llamó—. Te has entrenado durante toda tu vida para esto, y te has esforzado como no he visto nunca a nadie hacerlo. Lo único que puedo pedirte, es que no desperdicies esta oportunidad. Por nada, ni por nadie.

     —Por supuesto. No lo haré, maestra—aseguré.

* * *

     Cuando regresamos al Templo, me sentía tan cansada que entré a mi habitación y dormí durante todo el día; lo que produjo que no pudiera dormir de noche y tuviera insomnio. Salí del cuarto y me paré frente a una ventana para observar como oscurecía cada vez más.

     —No sabía que habías vuelto—escuché una voz a mis espaldas.

     —Esta mañana, pero estaba durmiendo. Amara no me dejaba dormir más de 4 horas mientras estábamos en Naboo.

     Anakin asintió.

     —¿Cómo estuvo Naboo?

     —Estuvo bien—dije—. Era lindo.

    —Lo es.

    —¿Ya habías estado allí?

    —Si, hace unos años, una amiga mía era de allí—unos segundos después volvió a mirarme—. Venus, hay algo que quiero decirte.

     —Dime.

     —El Canciller Palpatine me ha nombrado su representante en el Consejo Jedi.

     —Felicitaciones, Anakin—dije—. Son muy buenas noticias, me alegro por ti. ¿Y cómo sucedió?

     —Gracias—respondió—. Luego de la misión del rescate, comenzó a hablarme y me lo ha pedido hoy mismo.

     —Que envidia...—bromeé—. Oye, ahora tienes que prometer que me contaras todos los secretos de los que te enteres.

     —Lo pensaré—respondió. De pronto se dio la vuelta, pero antes de alejarse agregó—. Fue bueno hablar contigo de nuevo, Venus. Probablemente no pueda... hacerlo muy seguido, Obi-Wan me ha estado siguiendo a todas partes este último tiempo.

     —Si, lo entiendo.

    —Bien...nos vemos.

     —Anakin—lo llamé.

     —¿Sí?—preguntó dándose la vuelta con rapidez. Sus ojos chocaron con los míos. Incluso sentí que él estaba esperando a que lo llamara de solo ver su mirada. Traté de pensar bien antes de hablar por lo que me tomé unos segundos, pero no podía verlo a los ojos por lo que me giré de nuevo.

     —Desde que Amara habló conmigo he estado pensando... ¿Acaso tú sientes que hay algo entre nosotros? Como...¿de esa forma?

     —No—respondió sin dudar. Sentí como el alma se iba de mi cuerpo y luego regresaba—. Nada sucede, Venus. ¿Para ti algo sucede?

     —No—respondí de igual forma—. Es bueno que estemos de acuerdo, entonces. El Consejo no tiene nada de lo que preocuparse.

     Él asintió con suavidad y volvió a darse la vuelta, perdiéndose en la oscuridad del pasillo. Me quedé allí un buen rato, mientras pasaban los segundos, los minutos, e incluso horas; pensando en si aquello que dijo Anakin era cierto o solo lo correcto. Supongo que nunca lo sabría.

 Supongo que nunca lo sabría

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
sᴛᴏʀᴍ • anakin skywalkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora