Capítulo cuatro.

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De cómo el amor y la locura van de la mano.

Cuando se trata de "amor", podemos  encontrarnos con varios tipos y todas las personas encuentran su forma de expresarlo. Pero la realidad es que no existe un paradigma para su estudio ni su reconocimiento. Hay escritores que a veces se pasan de románticos, e investigadores que buscan llegar a lo cuantitativo siendo casi imposible.
Puede ser complicado, aunque no tanto cómo algunos se esfuerzan por hacerlo ver.
_¡Ahhh Yakko, ya déjame en paz!
Pero acá estamos tratando con caricaturas, así que podemos saltarnos esas tonterías.
_¡Vamos Max, dejate amar!
Los empleados del palacio se estaban encargando de retirar las ostentosas cortinas, los centros de mesas y toda la decoración pretenciosa que aún quedara intacta de la caótica cena de ayer. 
Uno de ellos estaba arriba de una exageradamente alta escalera, trataba de descolgar una cortina cuando una sombra blanca y negra pasó por debajo, tirandola al suelo. El pobre hombre logró sujetarse de la cortina, quedando colgado.
Más adelante una sirvienta equilibraba sobre una charola una pila de copas de cristal. La misma sombra pasó a toda velocidad haciéndola caer al suelo. Las copas volaron por los aires y ella rápidamente las recibió en la charola con tales reflejos comparados a los de  Tobey maguire en Spiderman.
La señorita enfermera salía de su oficina para supervisar todo cuando esa dichosa sombra pasó a su lado alzando levemente su falta. Pero ella, que no se le escapa nada, logró ver a los responsables y les gritó enojada para llamarles la atención.
_ ¡Yakko, Max! ¡No corran por los pasillos!
A ninguno de los dos les importaba los regaños al punto en el que estaban. Yakko estaba totalmente concentrado en atrapar a Max en sus brazos y tal vez, si el momento lo ameritaba, besar su mejilla. El último trataba de evitar que eso sucediera.
El cuerpo estaba cansado pero el espíritu no. Siguieron su carrera hasta que salieron del castillo y llegaron a la entrada del pueblo. Max se preguntaba hasta donde estaba dispuesto a seguirlo y que tan malo sería si se dejaba atrapar y dejarse hacer lo que sea que Yakko quería hacerle para terminar con esto. Pero su sentido de supervivencia le decía que no hacía falta averiguarlo.
De la nada salió una pequeña niña rubia y Max tuvo que frenar abruptamente para no atropellarla. Era tan pequeña que apenas hablaba, lo miró desde abajo y lo saludó con una sonrisa.
_ Hola, te quiero mucho  _ Dijo eso y se fue caminando como llegó, seguida por un perro con serios problemas de estrés.
Max apenas tuvo tiempo de procesar las cosas, Yakko saltó disparado a sus brazos y se sujetó fuerte de su cuello.
_ ¡Me atrapaste, ahora soy tuyo! 
Empezó a llenarle la cara de besos y lo abrazó con más fuerza. Max como pudo se zafó de él y lo dejó caer al suelo. Salió corriendo como si trataran de asesinarlo, limpiándose la cara con el antebrazo.
Yakko se levantó del suelo y vio hacia donde se había escapado su amado ( víctima) con una sonrisa. 
_ Recuerden lectores, está mal si alguien les persigue sin descanso con la excusa de que los ama. Yo puedo hacerlo porque soy un dibujo animado y por mucho que lo intenten las funas por internet no me hacen nada _ dijo Yakko, prácticamente a la nada. 
Se dirigió al camino por donde  Max se fue corriendo hace un momento. Era un callejón solitario con arbustos alrededor. Yakko  caminó por todo el lugar, mirando un arbusto tras otro como un niño recorrería los dulces con sus mirada. Por un momento, se podía ver corazones saliendo de él.
_ Un, dos, tres por Max~
Un arbusto se sacudió ligeramente y sobresalió una bandera blanca blandiendo de un lado a otro en señal de paz.
_ Me rindo Yakko, pido tregua por hoy. Creo que me trague un insecto _ Max salió del arbusto con la respiración agitada y más despeinado de lo normal, el Warner se preguntaba cómo era posible que se viera bien en todo momento _ ¿Que te ha dado por perseguirme todo el tiempo? Si seguimos así ya no necesitaré usar caballos en las carreras. 
_ Es que me gustas.
Yakko le respondió como si no fuera nada, seguía teniendo esa sonrisa tan suya en la cara. Aún así, por dentro empezaba a sentir miedo porque Max no decía nada. Este último solo puso los ojos en blanco algo fastidiado. 
Regla número uno para una sana convivencia con los Warner: nunca los tomes en serio. 
_ Ajá claro. Regresemos al palacio, ¿si?     
 No esperaba que le creyera y Yakko no  decidía si eso era algo bueno o malo. No sabía si quería que Max supiera que le gustaba, después de todo, ¿que venía después de una declaración? Se ponía nervioso de tan solo pensar en cómo sería su relación con sus sentimientos al descubierto, sería como un enorme  elefante en la habitación. Concluyó que se estaba adelantando demasiado, después de todo, sólo había pasado un día desde que descubrió sus sentimientos. 
Cuando se dio cuenta ya había llegado a las puertas principales del palacio y había un grupo de gente esperándolo. Se alarmó al instante, pues ahí estaban sus hermanos y sus caras estaban serias.
_ Yakko, ¿dónde estabas? te buscábamos por todas partes _ preguntó Dot apenas lo vió.
_ Ya estoy aquí, ¿qué sucede?
_ Le contaremos todo en la sala de reuniones su Majestad, es un asunto serio.
Siguió a los sirvientes y antes de entrar al palacio se despidió de Max con la mirada, este le correspondió con una sonrisa. Llegaron hasta el gran salón y todos tomaron lugares alrededor de la gran mesa redonda. Hasta que todos estaban sentados el mensajero empezó a hablar.
_ Me llegó un aviso: aparentemente ha llegado un grupo de extranjeros armados a las costas del reino. Atravesaron el mar y son más de veinte. Son peligrosos, los oficiales de allá pelearon contra ellos, pero parece que estos tipos están entrenados pues los derrotaron fácilmente. Perdimos su ubicación exacta, pero aparentemente van hacia el sur. 
Terminó de hablar y todos en la sala empezaron a murmurar sobre el asunto. Yakko y sus hermanos se quedaron callados pensando. Era la primera vez que enfrentaban algo como esto desde que tomaron el mando. 
_ ¿Hay algún tipo de pista sobre sus intenciones?_ preguntó Yakko.
Esta situación era singular, ya que no aparenta ser un ataque directo hacia el reino, de ser así su rumbo sería directo a la capital (el norte). Prácticamente los han pasado de largo, lo que demuestra un interés en particular. Dependiendo de eso serían las acciones siguientes. 
     _ Ammm algo así. Uno de los lesionados mencionó que el hombre que los dirigía le preguntó sobre “dónde había caído la estrella”. Algo sobre una piedra gigante que concede deseos. No sabría qué más decirle su Majestad, todos en el lugar creímos que tal vez el pobre hombre estaba delirando.
La cara de los presentes mostraban la misma confusión por la que pasaba Yakko. Todo quedaba en lo mismo, sin indicios de cómo proceder correctamente. Algunos empezaron a murmurar sobre si se trataba de un ataque terrorista o algunos piratas que pretendían robarle al pueblo. De cualquier manera, eran peligrosos y no se les debía permitir ir más lejos.
_ Tranquilos todos, deberíamos empezar por alertar a las localidades vecinas. Que estén preparados, deben mandarnos un aviso apenas los vean. Así podremos predecir su ruta y atraparlos _ Sugirió la Señorita enfermera llamando la atención de todos.
_ Me parece buena idea. También deberíamos mandar a hacer unos retratos hablados y colocarlos por todo el reino. Hablemos con los afectados lo antes posible y que traten de recordar alguna cara _ ordenó Dot.   
_ ¡Yo lo haré! _ anunció Wakko y salió corriendo del gran salón hasta el consultorio médico del castillo, donde estaban atendiendo a los afectados. 
_ Ok, pero antes que nada refuercen la seguridad de todo el reino. Lo primordial es el bienestar de los civiles, tienen la orden directa de proteger los pueblos y localidades _ dijo Yakko, dando por terminada la reunión.
_ Como ordene su Majestad 
Todos empezaron a desocupar el lugar para cumplir con las órdenes. Los últimos que quedaban eran Yakko y el mensajero. El primero, aprovechando que estaban solos, se acercó a él para aclarar una duda.
_ Oye, dijiste que una de las víctimas habló con el líder, ¿mencionó como era?
_ Bueno, dijo que era un perro, y que era demasiado gordo   
Estaban tan concentrados en su conversación que no se dieron cuenta que desde que la reunión inició había alguien escuchando tras una de las entradas. Era Max, desde que llegaron al palacio y se despidió de Yakko  algo dentro de él le decía que el asunto lo involucra a él, y después de escuchar lo último pudo confirmarlo. 
Se trataba de Pedro, el papá de su mejor amigo. Estaba buscando la piedra y estaba seguro que a él también. Max fue descuidado y de alguna manera fue el causante de que él y toda su banda de desertores llegaran a WarnerStock. 
Ya no necesitaba escuchar más. Se fue corriendo de ahí, directo a su cuarto para hacer su maleta dispuesto a irse. 

El deseo de Max.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora