Capítulo 3: Trabajo, tráfico y viernes.
Trabajo, trabajo y más trabajo.
Entro al despacho de mi madre y veo que está atendiendo a unos clientes que al parecer tienen su empresa un desorden y necesitan ayuda de una experta. Ósea mi madre.
— Ay qué emoción, tendré más papeles que ordenar. —Murmuro sarcásticamente mientras me siento en la sala de espera.
— Señorita Mia, buenas tardes. —Murmura la secretaria de mi mamá.
— Buenas tardes. —Respondo con educación.
— La señora Grace está ocupada, pero me ha dado la orden de decirle que usted compartirá la oficina con el hijo de la señora Samantha.
— Oh, ya veo, entonces voy a la oficina para ir adelantando. Gracias. —Murmuro en lo que entro a la famosa oficina...
Es color blanco y hay dos escritorios, uno en cada extremo, cada uno con una computadora. Toda la pared derecha está hecha de un archivero enorme y hay un gran ventanal en la pared izquierda que da al jardín, en la parte de en medio hay una mesita de madera con dos sillas moradas giratorias con cara de estar muy cómodas.
Me instalo en el escritorio del fondo, y justamente cuando me siento entra mi madre.
— Cariño, disculpa. Estaba atendiendo unos clientes. —No hay problema mamá. —Le digo sonriendo.
— ¿Te gusta la oficina?
- Es bonita y está muy ordenada... —Murmuro aliviada.
— Tendrás un compañero de trabajo, es hijo de mi amiga Samantha.
— Sí, ya me había comentado tu secretaria.
— No seas grosera con él, por favor. —Me dice rogándome.
— Sí mamá, no te preocupes. —Menciono irritada.
Increíble, mi mamá que acababa de decir grosera. Bueno, no es como si fuera una mentira.
— Me voy cariño, tengo que salir a hacer unas cosas, te veo en casa. —Me dice mientras se aleja.
Después de lo que pareció ser una eternidad me di cuenta de que mi ayudante, compañero, sirviente, secretario, o lo que fuera... aún no había llegado. ¡Qué impuntual!
— ¿Ordenada? No sé cómo pude decir eso... si abro el archivero y está hecho un nido. —Murmuro irritada.
— Buenas tardes. —Dice un chico a mis espaldas.
— Buenas tardes. —Contesto mientras volteo.
¡¿PERO QUÉ?!
Mierda, nononono...
Es el patán de mi salón... nada más me faltaba esto para tener un día peor.
— Soy un chico, no un fantasma. Cambia esa cara. —Dice burlón.
— Wow, ¿En serio? —Pregunto con sarcasmo.
— Soy Jordan Donovan, mucho gusto. —Dice acomodándose en su escritorio.
— Mia Lambert.
— ¡Oye! tú vas en la misma universidad y en el mismo salón ¿Cierto?
— Sí, Y tú eras el asqueroso chico que le veía el trasero a las chicas ayer... supongo que sí. -Finjo emoción en la última frase.
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LIES.
Storie d'amoreA mis 19 años he aprendido que los amores pueden llegar por sorpresa o terminar en una noche, que grandes amigos pueden terminar en desconocidos, y que por el contrario, un desconocido puede volverse alguien inseparable. Que el "nunca más" nunca se...