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Dinamarca
Jack
Paseo por las calles, la luna me ilumina el camino. Llego a la ventana de un niño todavía despierto y agitado. Me detengo a ver cómo su madre lo corretea por todo el cuarto tratando de arroparlo, haciéndome reír en el proceso. Mi risa distrae al niño lo suficiente para que la madre lo tome en brazos y por fin pueda ponerlo en la cama.
Salgo volando otra vez, sin buscar algo en particular. Todo está en orden ahora. Los niños aquí están dormidos, los adultos se preparan para dormir y Meme no tarda en llegar para brindarle buenos sueños a los niños. Me retiro por ahora y comienzo a buscar un lugar dónde dormir.
El destello de un espejo me distrae y para cuando vuelvo la vista, algo se me revuelve en el pecho. Una mujer de cabello platinado se coloca frente a su tocador para cepillarse el cabello antes de dormir. Me acerco con cautela hasta el pie de la ventana para verla mejor; cómo pasa el cepillo por ese cabello largo tan bonito y para cuando me doy cuenta, estoy llorando con la mano en el corazón de hielo. El pecho se me oprime y tengo una tristeza muy grande dentro de mí.
Me quedo mirando a la mujer, más que nada su cabello tratando de encontrar la razón por la cuál me rompe el corazón sin tener algún recuerdo. La voz con la que soñé se hace presente sin tener un rostro, mis lágrimas caen con más fuerza hasta que la mujer termina y se va a dormir. La tristeza en mi pecho no se va, ni cuando miro su rostro buscando alguna memoria de reconocerla, pero nada.
Limpio mis lágrimas, la luna brilla como si me consolara y me voy de ahí con el corazón doliendo. Me cruzo a Meme en el camino, creo que...
—Meme— pronuncio una vez que subo a su nube. —Mañana estaré ocupado. Necesito que le digas a Norte que me iré a buscar... un recuerdo— termino.
Él frunce el ceño, pero antes de que pueda preguntarme algo al respecto, yo sobrevuelo para desaparecer en la noche y el frío.
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A la mañana siguiente, regreso a la casa de esa mujer. Tal vez ella tenga que ver con cómo me he sentido últimamente, el dolor que sentí no es normal y debe haber algo que no recuerdo.
La mujer sale de la casa algo apresurada para cuando llego, sube unos cuantos planos a su auto al igual que unas maletas. Me acerco con cuidado, preguntándome adónde irá. Enciende el auto y me quedo en el techo para seguirla; la escucho hablar por teléfono mientras evade el tráfico.
—Sí, ya voy saliendo— masculla. —El vuelo a Noruega sale en 45 minutos...—. El que haya dicho ese lugar me hace sentir un escalofrío. —Llegaré a tiempo, lo prometo... Sí, después de pasar a sus oficinas iré a ver a Eira para el proyecto... De acuerdo, hasta luego— cuelga.
El nombre que menciona no me provoca nada en absoluto, sin embargo, el lugar es otra historia. Me quedo encima del auto hasta que llegamos al aeropuerto. Por obvias razones, no puedo ir en el avión, así que despego en dirección a Noruega a esperar a esta chica en el aeropuerto.
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Noruega. Aeropuerto de Kristiansand-Kjevik
Me quedo esperando unos minutos, buscando a la mujer hasta dar con ella terminando de subir sus maletas a un taxi. Me acerco con cautela; ahora que los niños pueden verme y ocasionalmente algunos adultos, debo ser más cuidadoso. En cuanto termina de subir sus maletas, el auto arranca y vuelo sobre de ellos para seguirlos.
No tardamos más de diez minutos en llegar a las oficinas que comentó por teléfono y para cuando voy a buscar un lugar para esperar a la mujer, ella sale después de cinco minutos. Vuelve a subir al taxi para ir a dejar sus maletas a un hotel.
—Hola, Eira— balbucea cambiándose el saco. —Quería decirte que voy en camino... Bien, nos vemos— cuelga.
«Eira debe ser importante para que esta mujer esté tan ansiosa».
Sigo a la mujer hasta que vuelve a subir a un taxi con los planos y nos encaminamos al norte. Andamos a pesar del frío y en el trayecto lanzo nieve a unos niños para que empiecen a jugar. Después de un rato, se me tensan los músculos al ver que el taxi va camino al bosque donde enfrentamos al oso hace unos días.
«Me pregunto si el espíritu estará calmado con humanos aquí».
Nos adentramos más hasta topar con las piedras que vi hace unos días, siguen en el mismo estado. La mujer baja del auto y comienza a caminar por el camino situado entre las piedras, así que la sigo de cerca. Nos adentramos en el bosque un poco hasta que ella se detiene para sacar su teléfono y yo me escondo en la copa del árbol encima. Sin embargo, antes de poder marcar un número, escuchamos ruido por delante entre los árboles.
Ambos al amos la vista en cuanto una chica aparece en el sendero. Mi corazón da un brinco cuando la veo. Su rostro... Ella... Es hermosa... Me paralizo de pies a cabeza y una lagrima cae por mi mejilla mientras la veo acercarse. Su cabello es castaño, no lo reconozco, pero esos ojos, esa nariz... Su cara me es muy familiar. Lloro en voz baja sin saber por qué mientras me quedo quieto viéndola.
—Alishka— saluda la chica misteriosa.
—Eira— responde la mujer con quien venía.
«Así que ella es la famosa Eira».
No sé bien quién es aún, no reconozco su nombre o su cabello, pero algo... Algo me es familiar en ella además de su rostro.
—Me alegra tanto verte. Veo que teñiste tu cabello— habla Eira con una sonrisa.
—Sí, como el tuyo. Pero veo que ahora te has cambiado el look también—.
—Necesitaba hacerlo— hace una pausa. —Sígueme, por favor—.
Ambas comienzan a caminar por el sendero entre el bosque, conversando y diciendo trivialidades mientras las sigo de cerca. No sé de qué hablan, sólo tengo los ojos puestos en Eira tratando de ubicar de dónde la reconozco. Su manera de moverse, su manera de hablar me llenan de calidez sin saber por qué.
Llegamos a una cabaña en medio del bosque bañada en nieve. Ambas no tardan en entrar y decido permanecer afuera a tratar de buscar mis recuerdos en lo que ellas hablan de una especie de muros de piedra alrededor del bosque.
Regreso en el tiempo por mis recuerdos tratando de buscar el rostro de Eira en alguno de ellos. No aparece. Ni siquiera cuando llego a los de mi vida antes de ser quien soy ahora.
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La mujer se va después de un rato, pero yo decido quedarme en el bosque. Eira la acompaña hasta las afueras para despedirla y no tarda en regresar a la cabaña donde espero escondido en el techo. La sigo con mi mirada hasta que se para en seco frente a la cabaña mirando a su alrededor. La salamandra que vi hace unos días llega de la nada a lanzarse contra ella a corretear por sus brazos antes de que unas hojas la aparten de la chica, haciéndola sonreír y algo se me revuelve en el interior al ver la imagen.
La chica acaricia a la salamandra antes de susurrarle algo a las hojas, y de inmediato, las hojas se llevan a la salamandra para dejarla sola. Está de espaldas a mí, viendo al frente.
—Ya puedes salir— habla en voz alta.
Me quedo en donde estoy esperando ver a alguien salir, pero nadie lo hace.
—Te estoy hablando a ti, Jack—.
Me quedo quieto en mi lugar, sin salir de donde estoy, esperando que sea una broma. ¿Acaso dijo...? El eco de mi nombre en su voz me paraliza un momento, luego me levanto y decido bajar hasta donde está.
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Ya no es solo hielo
Fiksi Penggemar"Dije que debía aprender a vivir sin ti, y en el proceso, aprendí a olvidarte también" Elsa ya no es la que fue en un pasado. Su familia se fue hace mucho tiempo, su vida ha cambiado y siendo ahora un espíritu, intenta dedicarse a eso. Ahora en una...