Capítulo 7

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Tan pronto como los pies de Jaemin golpearon el suelo fuera de la ventana del dormitorio, la duda lo agarró. Tan enojado como había estado, no quería dejar a Jeno.

—Conozco esa mirada—Susurró Haechan mientras deslizaba la ventana cerrándola. —Estás teniendo dudas.

—No, no lo estoy. —Mintió.

—Amigo, si quieres quedarte, entonces quédate. Lo que quieras hacer, te apoyare. Tú lo sabes. Pero toma una decisión, porque se están congelando mis bolas.

Pensó en cómo Jeno lo había mirado durante el sexo, como si fuera su mundo entero. Jeno no había sido nada más que dulce con él, y aunque le había gritado a este, y había dicho algunas cosas bastante duras, Jeno había permanecido allí, en silencio, mientras se sacaba todo eso del pecho. Nunca había atacado ni dicho nada para herir sus sentimientos.

Apretó la mano contra el estómago y se mordió el labio inferior. Haechan había dicho que se encargarían del problema creciendo en su vientre, pero uno, no consideraba que su hijo por nacer fuera un problema. Y dos, probablemente terminaría en un laboratorio en algún lugar, si algún humano descubría que estaba embarazado.

Las lágrimas brotaron, mientras sacudía la cabeza.

—No puedo dejarlo, Haechan—Se limpió los ojos. —Tan confuso cómo es esto, simplemente no puedo...

Haechan dejó escapar un suspiro. —Maldición, gracias. Para ser honesto, realmente no quería irme. Les he tomado cariño a los Kims.

Ansiaba a Jeno con cada aliento que tomaba. Sólo quería acurrucarse en los brazos del hombre y sentirse a salvo del mundo que lo rodeaba. Se agacharon cuando oyeron pasos que se aproximaban. Echó un vistazo, a la vuelta de la esquina, para ver a uno de los hermanos que se dirigía hacia las puertas de la sala. Si recordaba correctamente, el tipo era Yuta.

—Tengo que volver a entrar—Susurró. Le dio a Haechan un rápido abrazo. — Gracias por estar ahí para mí.

—Siempre te cubriré la espalda—Dijo Haechan. —Incluso cuando tomas decisiones estúpidas.

Frunció el ceño. —Fuiste tú el que dijo que necesitábamos salir de aquí.

—Tú eras el que parecía que ibas a tener un ataque de nervios—Replicó Haechan. —Yo sólo estaba tratando darte apoyo. Sabes que tomo las peores decisiones en mi vida. ¿Por qué demonios me escucharías?

—Podrías haberme dado un abrazo y decirme que todo iba a estar bien.

Haechan puso los ojos en blanco. —En primer lugar, no soy realmente de los tipos que abrazan. Tú lo sabes. En segundo lugar, pensé que te estaba diciendo lo que querías oír.

Levantó la mano, cuando un olor nocivo flotó hacia él. —¿Hueles eso?

Haechan se cubrió la nariz con la mano. —¿Qué diablos es eso? Es como la carne podrida y repollo hervido. —Hizo un ruido de arcadas. —Huele a la cocina de mi madre.

Un nudo de miedo obstruyó su garganta, mientras pensaba en la criatura que Taeyong y Jeno habían hecho pedazos. ¿Podría haber más de uno? Dios, no quería pensar así, pero él sentía el mismo ambiente espeluznante que había la noche cuando esa cosa apareció. Corrió hacia la ventana e intentó abrirla, pero estaba atascada. Tembló cuando oyó ramas secas rompiéndose y el olor fétido se hizo más fuerte.

—Vamos. —Haechan le agarró la mano y se apresuró a ir a un lado de la casa.

—¡Ayuda! —Gritó, cuando vio algo precipitándose hacia él. Se había movido tan rápido que no había sido capaz de ver lo que era.

Jeno (Nomin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora