12. Mister Compress

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No podía recordar muy bien lo que sucedía, más bien lo que sucedió. Su mente estaba en blanco, únicamente tenía la imagen de aquella amenaza  contra su persona y sus amigos. Ni siquiera sabía a dónde era llevada, era arrastrada de forma brusca, solo sentía el frío del suelo y miraba mareada como los mismos hombres que le habían amenazado.

¿A d-dónde me llevan? — susurró tratando de enfocar su vista.

Ellos se detuvieron sentando a la chica en el suelo dónde poco a poco ella se reincorporó. Al frente tenía a aquellos dos hombres y uno tercero se acercó a la escena mientras reía al hablar con su teléfono.

Buen trabajo... Claro, todo listo. Si, yo me encargaré — despidió al remitente de su llamada y cortó cambiando su semblante alegre a uno más serio. Dicho hombre peinó su negro cabello hacía atrás liberando un suspiro, lentamente se acercó a ella mirándola con pena —. Causaste muchos problemas pequeña, fuiste akumatizada y destruiste mucho  — comenzó a decir terminando con una sonrisa.

N-No fue mi culpa — respondió estando más consciente de su entorno —. Estoy segura que fue culpa de sus hombres y sus juegos sucios...

Los hombres rieron un poco al igual que el mayor que tenía al frente.

¿Van a matarme, cierto? Todos ustedes... Cerdos — escupió con rabia la chica.

¿Qué? No — rió el hombre acomodando sus lentes, entre risas se levantó acomodando su traje fino —. Nada de eso... Más bien, podemos arreglar este asunto con solo tu silencio. ¿Te parece si convences a tu gente de hacer más escándalo de lo necesario?

Tanto ella como los oficiales que estaban a sus espaldas se quedaron mudos. Se suponía que la razón por la que estaban ahí era por el preciso escándalo que ellos hacían... ¿Ahora quería que hicieran más?

¿Q-Que?

—Como oíste. Sus estupideces me son de utilidad, solo realicen más y mantén tu boquita cerrada y listo, ¡Todos ganamos! — exclamó sonriente —. Si tú lo olvidas, nosotros también.

—¡Me dan asco! — gritó Ibara con rabia —. Ninguno de ustedes malditos, se toma enserio los problemas de su propio pueblo. ¡Si el emperador de enterará de est-

—¿El emperador? — interrumpió el de cabello negro —. Pero si son sus órdenes, linda.

No era posible para la chica, sus ojos pronto se llenaron de decepción. Se tragó sus palabras con resentimiento tratando de procesar aquello.

Jamás estaré en su maldito juego... — susurró entre dientes, poco a poco alzó la mirada contra él —. ¿Oíste? ¡Jamás estaré en el bando de gente asquerosa y avariciosa que solo se deja llevar por el maldito dinero!

El hombre miraba serio poniendo atención a cada palabra de la chica. Introducía su mano dentro de su chaqueta con cautela suspirando de aburrimiento.

¡Pudranse! — gritó furiosa. Finalmente una bala impactó contra su frente, bala proveniente del arma que el varón de traje refinado portaba. Con total frialdad había tirado del gatillo sin chistar. Ya estaba cansado de cada idiotez que salía de la boca de esa niña aún más idiota.

Agradecía internamente que ese tipo de gente idiota existía en el mundo, así tipos como él podrían divertirse.

Los Oficiales que presenciaron aquello nunca creyeron que fuese tan lejos. Miraron alterados la escena de la chica en el suelo que incluso se acercaron asustados, confundidos de no ver ni una sola gota de líquido rojo. Escucharon una leve carcajada del hombre mientras guardaba su arma sacando en su lugar un cigarrillo con su encendedor de plata.

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⏰ Última actualización: Sep 23, 2022 ⏰

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