₊❏❜ 🥛⋮[ labial uva. ] ⌒⌒

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꫞𑄱𑄸🐖𝓶𝓲𝓻𝓪 𝓪𝓱𝓸𝓻𝓪, 𝓶𝓲𝓻𝓪 𝓪𝓱𝓸𝓻𝓪, 𝓹𝓾𝓮𝓭𝓮𝓼 𝓶𝓲𝓻𝓪𝓻

H

ashirama estaba sentado en su butaca, en la sala, dibujando. Habían pasado ya casi tres años desde que se habían mudado a un apartamento lejos de sus casas, gracias al cielo, ahí podían follar en paz.

Madara apareció y se acercó sensualmente.

—Hashi... —lo llamó.

—¿Qué pasa, Maddy? ¿Necesitas algo?

—Hashi... Píntame como a las chicas francesas —puso su cabeza en el hombro del moreno.

El otro día fueron al cine y vieron el clásico del Titanic. Y desde que Hashirama descubrió que era muy bueno dibujando, decidió pintar a su novio. Madara era su musa, su regalo de lo divino y quería adorarlo.

Madara quería que Hashirama lo pintara completamente desnudo.

—¿De verdad?

—Soy tu musa, ¿no? Es tu oportunidad... Incluso con esos dibujos tan bonitos podrías participar en una galería de arte.

Por fin, el Senju se decidió. ¡Claro que pintaría a Madara desnudo! Además, el Uchiha tenía un collar que le había regalado. Una gema verde agua, que brillaba con esplendor en el cuerpo desnudo de su amor, lo había visto varias veces.

Madara se adelantó y caminó hacia la alcoba. Hashirama lo siguió y el azabache se quitó la ropa, como en un baile. Se puso el collar y se acostó como Hashirama quería. El castaño tomó su lápiz y sus hojas y empezó a pintar.

Empezó a trabajar con su hermoso rostro. Siguió con su desordenado cabello azabache. Su cuello, en el que aún se veía el chupetón de el otro día... Lo puso, le daba un aire erótico y además, todos sabrían que su musa tenía dueño.

Dibujó sus pezones y sus abdominales; su vientre y al llegar más abajo, se detuvo.

—No estás pintando —Madara se dio cuenta; sin embargo, no se movió ni un poco—. ¿Qué ocurre?

—Madara, no quiero que nadie más codicie tu cuerpo —declaró con firmeza.

—Ni que alguien fuera a ver eso.

Siguió con sus bonitas piernas. Al final, regresó a su cara, para detallarla. Se fijó en sus ojos de ónix, en su perfilada nariz y... Y en sus sensuales labios, cubiertos por una capa de labial morado claro.

Terminó su dibujo y Madara se levantó. Se sentó encima de él y empezó a frotarse contra él.

—¿Cómo he salido, Hashi?

—Muy sexy —lo besó—. ¿De qué es tu labial?

—De uva —se levantaron hasta caer en la cama.

Empezaron saboreándose mutuamente, acariciando cualquier parte. El Uchiha le quitó la camiseta a su novio y cayó debajo de este.

Después de un rato, ambos estaban desnudos y estrechándose en la cama.

—Te amo —murmuró el azabache, sorprendiendo al Senju; Hashirama se sonrojó, ya sabía que Madara lo amaba, pero era difícil que el Uchiha externara eso.

Poco a poco la habitación se fue llenando del sonido de besos húmedos, gemidos y jadeos. El sonido pegajoso de piel chocando contra piel, el olor a sudor y sexo inundó la estancia.

Al terminar, ambos jadeaban con cansancio. Deberían darse un baño, eso era seguro, pero por otro lado, querían estar lo más cerca en ese momento. Hashirama abrazó a su amado por los hombros. Y antes de que la niebla post coital los envolviera por completo, el moreno recordó algo.

—Madara...

—¿Hm?

—Quiero preguntarte algo.

—Te escucho.

El Senju se volteó y se separó tantito de él, inclinándose sobre su mesa, sacando una pequeña caja.

—Madara Uchiha —se medio incorporó, levantándose con el codo—, ¿te casarías conmigo?

Abrió la caja y dentro de ella, el de ojos negros pudo ver una sortija hermosa: sencilla pero elegante. Nada excéntrico pero impresionante. El Senju tenía miedo ante su negativa. El silencio aplastó el lugar.

—... Si, acepto.

Dejó que Hashirama le pusiera la sortija en el dedo anular y se abrazaron más.

—¿También quieres adoptar un niño conmigo?

—Si, Hashi. Te amo.

—Yo también —besó la punta de su nariz.

—Ahora déjame dormir. —Dijo, arruinando tan romántico momento, y su ahora prometido solo rió, besando su mejilla y dejándolo acurrucarse contra él.

𝐋𝐈𝐏𝐒𝐓𝐈𝐂𝐊 | hashimadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora