-CAPÍTULO 4-

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MIA

Las pasadas dos semanas han sido de lo más aburridas. Aunque la verdad que aproveché bastante el tiempo, ya me conocía casi todo el barrio.

Al día siguiente de que mi familia se fuera llegaron los empleados del servicio y la cuidadora que mi padre había contratado para que viviera conmigo, Rachel.

La verdad es que Rachel es una mujer muy guapa, tiene el cabello color rubio platino y aparenta tener alrededor de unos 50 años. Pero personalmente no creo que vayamos a tener la mejor relación, en este tiempo que llevamos conviviendo me he dado cuenta de que es una persona muy testaruda y perfeccionista, aunque aún viéndola desde lejos se le veía que era una persona muy dulce y llena de alegría. Creo que me servirá de apoyo moral.

En aquel día tampoco faltaron las constantes llamadas de mi familia deseándome un feliz primer día allí en Seattle. Sinceramente me gustó ese detalle aunque espero que no lo hagan todos los días, mi buzón de voz agradecería no ser bombardeado así nunca más.

Y aunque yo seguía dormida por culpa del maldito jet-lag, Rachel me contó que la chica que vivía en la casa de al lado fue a visitarme. Dijo que también se había mudado hace poco,  que ella antes también vivía por esta zona y que no la había visto nunca, aparte de que vio el camión de la mudanza de aquella chica. También añadió que parecía tener mi misma edad y que fue muy maleducada con ella, me dijo algo sobre que la chica la ignoró por usar su teléfono o algo así, pero yo ya no le estaba prestando atención.

Realmente me gustaría haber conocido a aquella chica, hacer lazos en una ciudad nueva es bastante importante hasta que ya se tiene tantas amistades que puedes elegir las que más te convengan. Aunque la palabra conveniencia no parecía formar parte de mi diccionario.

Pero bueno lo más importante de estas dos semanas es que a pesar de no haber establecido lazos con mi vecina si los establecí con alguien. Logan Cooper, un castaño de ojos color miel bastante apuesto que conocí hace unos días en un café que hay cerca de mi vecindario.

Un día Rachel insistió en que quería llevarme a conocer la zona, me dijo que me iba a llevar a comer los mejores donuts de todo el estado y yo que me moría de hambre accedí.

Al llegar a aquel café me pareció que era un sitio muy acogedor. Era una estancia no muy grande pero que tenía sus zonas bien repartidas. A un lado estaba el mostrador y una elegante barra hecha de madera blanca que contrastaba perfectamente con la pared púrpura que tenía detrás, y al otro lado se veían unos sofás color negro alrededor de unas mesas en forma de esfera que parecían tener algunos carteles con frases en cada una de ellas.

Rachel y yo nos sentamos en la mesa que estaba junto a una ventana con vistas a la calle de enfrente. Charlamos durante un buen rato y tengo que admitir que a lo mejor los donuts no eran los mejores del estado pero si estaban realmente buenos.

En medio de nuestra charla Rachel se excusó para ir al baño y yo aproveche para sacar mi teléfono. A los pocos minutos note que alguien se sentaba frente a mi y al darme cuenta de que había pasado poco tiempo para que Rachel volviera levanté la mirada y allí me lo encontré.

Un chico de pelo castaño y ojos color miel me estaba mirando con una sonrisa pícara en su rostro mientras me inspeccionaba de arriba abajo sin ningún pudor.

--¿Necesitas algo? --dije con mi usual indiferencia. El chico pareció sorprendido por lo frío que era mi tono por unos segundos aunque no permitió que se le notará demasiado y eso solo aumentó mi curiosidad.

--Solo me preguntaba el porque no te he visto nunca por aquí --me dijo mientras hacia un gesto con el dedo como señalando el lugar y me lanzaba una mirada curiosa.

--Eso es por que nunca he estado por aquí --conteste haciendo el mismo gesto que había hecho él. Eso pareció hacerle gracia porque a continuación me sonrió y me extendió la mano diciendo:

--Me llamo Logan Cooper, aunque tu puedes apodarme como tuyo --soltó mientras me guiñaba un ojo. Yo comencé a reír en respuesta mientras rodaba los ojos por lo patético que había sido su intento de ligar conmigo.

--Me llamo Mia Müller, y aunque tu no puedes apodarme como tuya tengo que decirte que necesitas actualizar tus tácticas para ligar si quieres que funcionen --le dije correspondiendo al apretón de manos y regalándole esa sonrisa ladeada tan mía.

--Müller --repitió mi apellido y se acarició el mentón como si pensara-- un apellido bastante peculiar por esta zona, ¿hace cuánto que te mudaste? --preguntó.

--Tan solo unos días --le contesté levantándome al escuchar la puerta del baño abrirse-- pero he venido para quedarme. -- Él también se levantó y aún sonriendo comenzó a caminar hasta quedar junto a mi.

--Entonces espero verte más seguido --me dijo metiéndose las manos en los bolsillos y antes de irse me dio un papel que parecía tener escrito un número de teléfono-- llámame si quieres divertirte. --soltó y desapareció de mi vista tan rápido como había entrado.

Y así es como hoy he acabado arreglándome para ir a la fiesta que Logan me dijo que se celebraba en casa de un amigo suyo.

LA CHICA CARMESÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora