9. Desde mi nacimiento.

412 62 14
                                    


Matt no me miró a la mañana siguiente, como si yo fuera el maldito culpable de su pequeño arrebato. Como si yo fuera el culpable del pleito que claramente tendría con Cristian porque vamos, ningún amante dejaría que su novio bese libremente a quien se le ocurriera.

Sé que lo evitó unos días, él literalmente no salió del departamento en ese tiempo mostrándose bastante apegado a Eric, como lo hacía tiempo atrás a pesar de la clara incomodidad de su hermano frente a esta nueva sexualidad. A ver, no es como si Matt hubiera cambiado, pero que lo vieran bajo otra luz hacía las cosas por lo menos raras.

Lo encontré una mañana preparando un café. Hacía tiempo que él evitaba estar a solas conmigo, otra vez, como si yo fuera el culpable de lo que había hecho.

Me acerqué a su lado y simplemente lo observé. Matt se puso en alerta de inmediato, su cuerpo se puso rígido y su respiración comenzó a ser superficial.

—Buenos días —saludé inclinándome para dejar un beso en su mejilla, mejilla que no tardó en sonrojarse a pesar de que me había ignorado notablemente. —¿Me haces un café?

—Claro —dijo con su voz ronca. Carraspeó y se movió un paso para alejarse de mí. Paso que me apresuré a acortar abrazándolo por su cintura, bajando mi nariz a su cuello. Matt olía bien esa mañana. —Camilo...

—¿Qué? —consulté a pesar de haber notado su nota de advertencia. Bajé mis labios a su cuello y posé un beso húmedo que hizo que Matt se estremeciera. —¿No puedo?

—No —dijo intentando moverme con su hombro, pero no poniendo demasiada fuerza en eso.

—¿Por qué? Te gustó el beso...

—No me gustó —murmuró empujando más fuerte.

Deslicé mi lengua por su cuello y él se retiró para mirarme en forma de advertencia, pero me apresuré a dejar un beso húmedo en sus labios entreabiertos. Otra vez Matt no se resistió. Respondió de inmediato, pero con más timidez que hacía una semana. Respondió con culpa. Pero si era la culpa lo que lo alejaba de ese sujeto entonces usaría eso para que no lo viera.

Lo giré tomándolo por el cuello de la camisa que estaba usando y profundicé el gesto. Matt por supuesto respondió de la misma manera, subió sus brazos a mis hombros y me acercó a él, tiró de mí hacia él y hasta se atrevió a gemir en mi boca. Sonreí por eso y Matt reaccionó apartándose otra vez de mí, con brusquedad, como si yo quemara.

—¿Tan malo soy? —consulté sin poder evitar una carcajada. No respondió. —Quizás debería preguntar si Cristian es mejor besando ¿No?

—Basta. Esto no debería haber pasado.

—Es porque lo encuentras más guapo —continué. Otra vez no hubo respuestas. —¿Quién besa mejor? Sabes que soy yo —insistí inclinándome más cerca, otra vez iría por un beso si él no respondía.

—No me molestes —dijo Matt con enojo.

Me reí por el notable sonrojo en sus mejillas y el temblor en sus manos. Él aún no podía terminar de servirme el café.

—¿Sólo quiero saber si es más guapo que yo?

—Lo es.

Eso no había herido mi ego. Sí. El sujeto era guapo. ¿Más que yo? Imposible.

—Y el besador... también vas a decir que es Cristian ¿no? —consulté bajando mi voz porque había oído a alguien moverse a nuestro alrededor.

—No.

—Oh, vamos —dije acercándome a él. —No es él y sabes, perfectamente, que soy más guapo.

—Y más idiota también.

1.5 RecuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora